Nos sobran los motivos: Competitividad y mercado laboral español.

Artículo de Opinión
Javier Fuentes Merino, Director general de Grupo Redes de Venta Proactiva y profesor de Dirección de Empresas de la UAM

Un día alguien dijo en un informativo televisivo: ¡estamos en crisis económica! Y la crisis se hizo oficial. Muchos llevábamos mucho tiempo hablando de la crisis, incluso años atrás, porque lo evidente no necesita justificación. La crisis se oficializó, el miedo se apoderó de todos los sectores productivos, de las empresas y de la sociedad en general. El miedo es malo pero si no es paralizante puede ser un buen catalizador del progreso.

Lo único “bueno” que podía tener la crisis es que el mercado laboral debería generar mayor competitividad, las personas formarse más y, antes o después, sería más eficiente, lo que derivaría que las empresas pagarían el salario adecuado a las personas que realmente cumplieran con sus obligaciones, generarían valor añadido a la empresa, y los trabajadores serían más felices porque podrían ganar más dinero gracias a su esfuerzo y a que su aportación sería mayor.

Por desgracia, hay gente buenísima en su materia que no puede trabajar en España porque somos expertos, por desgracia, y en general, en actividades de bajo valor añadido. Es normal en un país en el que se debate cómo debemos abaratar costes para competir con China (lo discutía hace poco en una conferencia), en vez de diferenciarnos y es que no se nos mete en la cabeza que no tenemos que fabricar vasos, por ejemplo, más baratos que los chinos, sino que debemos ser quienes le aportemos al fabricante chino la red de distribución, la marca del vaso o lo que debe ir dentro del vaso, o quizás debamos ser los que enseñemos al mercado para qué sirve el vaso. Tengo un ejemplo real de una periodista excelente que, no encuentra empleo porque es ¡demasiado buena! Y tendrá que buscar su empleo fuera de España.

Sólo cabe una solución multilateral a estas cuestiones: el haz de la moneda es que los empresarios debemos cambiar nuestro paradigma y empezar a operar buscando más actividades de alto valor añadido para ganar más dinero, diferenciarnos y (aquí viene el envés de esta triste historia) que necesitemos personas que aporten valor a nuestras empresas y pagarlas como se merecen (saliendo de nuestro sistema educativo o no, pero al menos que fuera posible).

La crisis debería haber servido para que las instituciones públicas, las empresas, los emprendedores, los estudiantes y los informativos de la televisión se dieran cuenta de que tenemos incongruencias en nuestro sistema que nos suponen una desventaja en el mundo actual. Nos sobran los motivos para poder solucionarlo pero, ¿vamos tarde?

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