Algunas soluciones para el problema de las pensiones

Artículo de Opinión
Rocío de Padura, Principal en Applied Viability

Se visualiza un horizonte gris del sistema de pensiones español, situación que si bien ya se veía venir ha llegado antes de lo previsto debido a la reciente crisis económica. Podemos decir que el sistema adolece de “anemia”, es decir, sus recursos son insuficientes y arrastra un déficit de miles de millones de euros. Esto sucede porque la base de cotizantes es menor, el número de pensionistas es mayor que hace 10 años y perciben la renta por más tiempo ya que la esperanza de vida se ha incrementado, lo que implica un monto de pensión menor.

Por ello el Gobierno lleva adelante, actualmente, la sexta reforma de pensiones a través del Pacto de Toledo, que ha levantado muchas expectativas y espezanzas de alcanzar un consenso y dar respuestas sensatas a la urgencia de soluciones estructurales, eficaces y duraderas que curen al “paciente”. El punto de partida por lo menos se ve muy claro: la Previsión Social en su esquema actual es insostenible. Y el primer paso en este arduo recorrido es tener presente en todo momento una visión global de los tres pilares que la sostienen: seguridad social, previsión en la empresa y previsión individual. Si bien el primero seguirá llevando el mayor peso, necesita de los otros dos la canalización de un mayor caudal de ingresos ajenos a las cotizaciones sociales.

Se trata, por tanto, de no arriesgar todas las manzanas en una sola canasta y de actuar con proactividad. A pesar de la preocupación por la futura jubilación, el promedio de la gente no ha visto que el ahorro sea una parte de la solución, de modo que la cultura del ahorro, más aún a largo plazo, no es una iniciativa que hasta ahora haya surgido con la fuerza necesaria para constituirse en un pilar sólido para solventar una parte de la renta a percibirse en el futuro. Es hora de empezar.

Tanto el segundo como el tercer pilar se sustentan en el ahorro privado, en la cotización para uno mismo. En uno se capitaliza los aportes y en el otro se apela a incentivos fiscales. En ambos casos es de vital importancia el aporte disciplinado individual, mes tras mes y cuanto antes mejor.

Para otorgarles mayor protagonismo y peso hace falta una plan de educación financiera y mayor concienciación de la importancia del ahorro. Desde la experiencia de la Principal de Applied Viability, son tres factores elementales los que permitirán la participación de la población.

Comunicación y educación basada en datos claros y precisos del estado de la futura renta de jubilacioń, información tanto pública como privada que ayude a cada persona a planificar y tomar decisiones orientadas por una educación financiera que puede iniciarse desde la niñez. Existen, por otro lado, muchos simuladores online que calculan el ahorro necesario para lograr el nivel de jubilación deseado, aunque adolecen de homogeneidad, por lo que hay que tomarlos con pinzas.

Dar a conocer con sencillez y transparencia los instrumentos de ahorro, considerando que el ciudadano no conoce con certeza de qué se tratan y las ventajas que pueden ofrecerle. “Las instituciones financieras son responsables de dar a conocer sus productos en un lenguaje accesible para todos”, afirma Padura. “De otro modo no se genera la confianza suficiente que motive a comprometerse con el ahorro”, continúa. Los planes de pensiones individuales (PPI) y los planes de previsión social asegurada (PPA) son los productos más conocidos y que, mejor promocionados, pueden despertar mucho más interés en la población.

Establecer incentivos fiscales claros. Para la gente, el estímulo fiscal es muy poderoso para decidirse por ahorrar, ya que la rentabilidad es muy baja y va para menos, por lo que es poco usual que se ahorre por obtener réditos inmediatos. Pero la ventaja fiscal sí constituye un plus que para la mayoría hace interesante el ahorro a largo plazo. Por otro lado, aprovechando la mayor conciencia ciudadana de complementar su jubilación, el empujón que pueden brindar los incentivos fiscales abre las puertas a que la educación financiera sea muy bien recibida.

De todos modos, la necesidad de complementar las rentas existe aún si no se educa, no se informa y no se estimula con normas fiscales atractivas. Por ello, la sola conciencia de que el sistema público no podrá brindar una pensión que proporcione un nivel de vida similar al llevado en la vida laboral activa es para muchos un incentivo para ahorrar. Lo que falta es informar sobre las distintas opciones y promocionarlas, especialmente entre los más jóvenes, porque mientras más antes se empiece a ahorrar, mejor.

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