La adicción a la comida causante del sobrepeso
Artículo para la revista TODO PAPÁS
Febrero 2009
TRIBUNA DE OPINIÓN
Dr. Beltrán Carrillo
Geriatra y Acupuntor Médico
Tenemos que ser conscientes que el sobrepeso y la obesidad perjudica al individuo en su salud física, emocional, económica y social, con una estimación de pérdida de un 20% de años de vida. El impacto a nivel de sociedad también es extraordinariamente negativo y, lo que es más preocupante, es que a pesar de todos los esfuerzos realizados hasta ahora para reducir el número de individuos afectados, la situación no hace más que empeorar. De hecho, hay cada vez más obesos tanto en la población adulta, como en la infantil.
Según datos que arroja la Organización Mundial de la Salud, la obesidad sigue una tendencia alcista, habiéndose triplicado en todo el mundo desde 1975 hasta nuestros días. En 2016, más de 1.900 millones de adultos -personas de 18 años en adelante- tenían sobrepeso, de los cuales, más de 650 millones eran obesos. Y en lo que respecta a la población infantil el datos es alarmante, pues en esta misma fecha se contabilizaban más de 340 millones de niños y adolescentes con sobrepeso y obesidad, lo que ha supuesto pasar del 4% en 1975 al 18% en 2016. Se podría decir que hay más personas obesas que con peso inferior al normal.
La causa final en todos estos casos no es más que un saldo energético positivo mantenido en el tiempo. Ingerir más energía que la que se gasta, lleva al organismo a almacenar ese exceso de energía en forma de grasa, provocado por la alta disponibilidad a consumir alimentos sabrosos e hipercalóricos, junto con vidas más sedentarias lo que supone un menor gasto energético.
¿Por qué ingerimos más energía de la que gastamos?
Pero si somos conscientes de ello, podríamos preguntarnos el por qué ingerimos más energía que la que gastamos. Pues el motivo no es más que otro que una alteración bioquímica y funcional a nivel de varias estructuras cerebrales, que condiciona un comportamiento que provoca una adicción a la comida; entendiéndose como un comportamiento alimentario hedónico, sólo orientado a producir placer con el alimento y a apaciguar los síntomas de su abstinencia, y no orientado a la nutrición o supervivencia. El apetito está regulado por el cerebro, en el que se identifican dos áreas que regulan la ingesta. Una, el sistema homeostásico (encargado de valorar los gastos energéticos para garantizar su reposición) y otra área es el sistema hedónico o placentero de la ingesta (que asigna un valor de recompensa a cada alimento).
En algunos individuos de forma espontánea, por alteraciones hormonales o al exponerse en exceso a cantidades de alimentos hiperenergéticos, se altera el funcionamiento del sistema hedónico que pasa a dominar e inhibir al sistema homeostásico, de manera que el individuo tiene que comer mucha mas energía de la que necesita, perdiendo la sensación de saciedad y necesitando comer alimentos en exceso, debido a la alteración funcional y bioquímica del cerebro. Para lo cual inhibe el centro de la saciedad y estimula el centro del hambre localizado a nivel del hipotálamo.
¿Cómo abordar la adicción a la comida?
Por todo ello, si no se considera y aborda la adicción a la comida de forma correcta, supondrá el fracaso de las tentativas de perder peso, que lleva a la persona a la frustración y finalmente a desistir de realizar cualquier dieta y ejercicio para bajar peso. En este aspecto cabe resaltar la eficacia de la Acupuntura que elimina la sensación de hambre, al regular las áreas encargadas de controlar el apetito, desactivando el centro hedonismo y dando prioridad al centro homeostástico.
Sin embargo, es importante distinguir dos situaciones clínicas diferentes, pero estrechamente relacionadas. Por un lado hay personas con sobrepeso/obesidad, con índices de masa corporal por encima de 25 y 30 respectivamente, y generalmente con adicción a la comida. Por otro lado, hay personas con la misma adicción sin alteración del peso, que suelen ser jóvenes que mantienen saldos energéticos equilibrados debido al aumento de gasto, pero que con el tiempo las probabilidades de que ganen peso están garantizadas.
Comportamiento de adictos a la comida
Normalmente las personas adictas a la comida siguen un patrón de comportamiento que se puede resumir en:
- Pocas veces alcanzan la sensación de saciedad durante comidas.
- Necesidad de terminar comidas principales con alimentos dulces.
- Sensación de hambre constante.
- Necesidad de picar entre horas, sobretodo alimentos hipercalóricos.
- “Ataques de ansiedad” por comida hipercalórica, normalmente suele ser el mismo tipo de comida (pan, chocolate, galletas…), que les lleva a tener que buscar ese alimento de forma imperiosa, y hasta que no se ingiere resulta difícil concentrarse en otras actividades.
- Dificultad para conciliar el sueño o despertarse por la noche con hambre, sólo pudiendo conciliar el sueño comiendo más cantidad de comida hipercalórica.
- Pensamientos recurrentes y constantes sobre alimentos y comidas.
- Evitar en ocasiones comer con amigos/familiares por culpa de la comida.
- Facilidad para ganar peso y dificultad para perderlo.
- Preocupación y ansiedad debido a esta relación con la comida.
Tras varios estudios, ya no se duda de que el problema del sobrepeso/obesidad debe ser visto desde la perspectiva de la adicción a la comida. Por ello es necesario realizar una intervención nutricional para revertir el saldo energético. Se estima que el 30% del esfuerzo durante la intervención debe ir dirigida a la educación dietética. Y de una forma saludable deben seguir una dieta equilibrada, nutritiva e hipocalórica el tiempo suficiente, para perder el peso en exceso. El problema radica en que si sólo nos enfocamos en las numerosas dietas, sin abordar el problema neurobioquímico cerebral de la adicción, estamos abocados al fracaso y a la frustración.
La acupuntura elimina la sensación de hambre y ataja la adicción a la comida
Ante la adicción a la comida es donde interviene la Acupuntura, ya que la evidencia contemporánea indica que produce efectos terapéuticos que activan el sistema nervioso central, con la consiguiente regulación neurohormonal y neuroinmune. Por esto el tratamiento con acupuntura controla el apetito/hambre/ansiedad por comer, lo que permite que el paciente pueda seguir una dieta equilibrada, nutritiva e hipocalórica sin pasar hambre, perdiendo peso el tiempo necesario hasta alcanzar su peso ideal. Y es aquí donde radica la efectividad de la acupuntura, ya que si se sigue una dieta en la que la persona pasa hambre, la mayoría no va a ser capaz de mantener el régimen alimentario el tiempo suficiente y, cuando abandonen, recuperarán el peso perdido en poco tiempo.
La depresión es un problema común que puede afectar tanto antes como después de la llegada de un bebé a ambos progenitores. Por ello es necesario reconocerla para saber cómo actuar y solucionarla correctamente
Insomnio y trastornos ansioso-depresivos cuando llega un bebé
El insomnio es el más frecuente de todos los trastornos del sueño en la población general. Por insomnio se entiende la presencia de forma persistente de dificultad para la conciliación o el mantenimiento del sueño, despertar precoz o un sueño poco reparador a pesar de disponer de condiciones adecuadas para éste. Durante los primeros meses y años de la vida de un niño, las alteraciones normales y patológicas de su sueño producen, con mucha frecuencia, alteraciones del sueño en los padres. Inicialmente este tipo de insomnio se llama “sueño insuficiente inducido por el comportamiento”. Consiste en la somnolencia consecuencia de una privación crónica del sueño, voluntaria, pero no buscada directamente, derivada de comportamientos que impiden alcanzar la cantidad de sueño necesario para mantener un adecuado nivel de vigilia y alerta.
La cuestión principal es si el insomnio causa depresión/ansiedad, al revés o ambas. La asociación cercana de insomnio con depresión probablemente se deba a los mecanismos patofisiológicos comunes del sueño y la regulación del ánimo, que hacen al individuo más vulnerable a ambas situaciones.
Las alteraciones del sueño del bebé pueden llevar a alteraciones en el sueño de la madre y, habitualmente en menor medida, en el padre. Éstas conllevan una serie de efectos negativos en el ánimo, funciones cognitivas y motoras similares a los que se observan en mujeres con depresión posparto. A su vez, los bebés con alteraciones de sueño suelen estar más cansados, inatentos e irritables, y tienen dificultades para modular sus impulsos, emociones y comportamiento; similar a lo que se observa en hijos de mujeres con depresión posparto
Está todavía por establecerse cómo se relacionan los problemas del sueño del bebé con dicha depresión. En diferentes estudios se observa mayor frecuencia de síntomas depresivos en madres de niños con problemas de sueño que en los que duermen de forma normal, independientemente de la clase social. La presencia de depresión materna predice, por su parte, la presencia y persistencia de alteraciones del sueño en los niños. Se ha observado en algunos estudios cómo disminuyen los síntomas depresivos de las madres con el tratamiento y corrección de los trastornos del sueño del niño.
El embarazo, el parto y la etapa puerperal suponen un periodo especialmente sensible para que se produzcan síntomas ansioso-depresivos tanto en la madre como en el padre del niño.
En algunos estudios, se ha objetivado que hasta el 25% de los niños tiene algún trastorno de sueño en alguna fase del desarrollo. Variando las cifras según las edades, existe mayor prevalencia a menor edad. De este modo, se ven problemas de conciliación en hasta el 22% a los 9 meses y un 16% a los 3 años; despertares nocturnos en hasta el 42% a los 9 meses y un 14% a los 3 años. Describiendo así los padres un mayor comportamiento agresivo y de resistencia, así como síntomas ansiosos en niños con trastornos del sueño.
Los problemas del sueño en la infancia, sobre todo durante los primeros años, cuando son más frecuentes y disruptivos para los padres, se asocian con una peor salud mental tanto en madres como padres. El adecuado manejo clínico de la situación es considerado casi siempre útil por parte de los padres. En un estudio realizado en Melbourne, Australia, una intervención adecuada disminuyó entre un 11% y 30% la presencia de síntomas depresivos en los padres y madres al mejorar el sueño del niño.
Trastornos perinatales
Los trastornos ansioso/depresivos son uno de los trastornos psiquiátricos más frecuentes. Se pueden encontrar en cualquier persona en algún momento de su vida, sin embargo, se consideran patológicos cuando los síntomas son desproporcionados respecto a la situación que se está padeciendo. Existe una cierta predisposición genética a estos trastornos, aunque muy frecuentemente la presencia de un factor estresante externo precipita la aparición de los síntomas. El embarazo, el parto y la etapa puerperal suponen un periodo especialmente sensible para que se produzcan síntomas ansioso-depresivos tanto en la madre como el padre.
La probabilidad de presentar durante el embarazo y posparto trastornos ansiosos–depresivos (Trastorno Perinatal), aunque tiene, como se ha dicho, una cierta predisposición genética, se ve con mayor frecuencia cuando se dan las siguientes circunstancias:
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- Ausencia de ayuda.
- Problemas matrimoniales o ausencia de pareja.
- Situaciones de estrés añadidos.
- Personalidad previa.
- Antecedente de abuso de drogas.
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La presencia de trastornos psicopatológicos en los progenitores puede conllevar efectos negativos sobre el desarrollo del bebé, principalmente por tres motivos:
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- El efecto directo sobre el niño expuesto al trastorno mental de los padres.
- El impacto indirecto del trastorno paterno sobre las relaciones interpersonales.
- La presencia de adversidades comúnmente asociado con los trastornos psiquiátricos.
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La presencia de niveles altos de ansiedad y depresión materna preparto y posparto se ha relacionado con:
- Complicaciones obstétricas (amenaza de aborto, sangrado vaginal,…).
- Desarrollo fetal (diferencias en patrones reactivos, frecuencia cardiaca más elevada,…).
- Problemas emocionales y de comportamiento durante la infancia y adolescencia: posiblemente relacionado con un aumento de los niveles de cortisol en sangre del niño hasta durante 10 años después del parto.
Un reciente metanálisis sobre 21 estudios sugiere que la prevalencia de depresión durante el embarazo está entre el 7.4% en el primer trimestre y el 12.8% en el segundo.
Padre expectante
La experiencia del nuevo padre en los primeros meses posparto depende enormemente de los 9 meses previos de embarazo, que debe ser un tiempo de preparación psicológica para la paternidad.
Un cuadro que se puede presentar en el padre es el síndrome de Couvade, un cuadro común (entre 11% y 66%) pero poco entendido, en el que los padres expectantes experimentan síntomas somáticos durante el embarazo, sin que exista ninguna enfermedad orgánica. Los síntomas incluyen alteraciones del apetito, variaciones de peso, alteraciones del ritmo intestinal, insomnio, intranquilidad, fatiga, alteraciones cognitivas y emocionales, dolores varios (cefalea, dolor de muelas…). Habitualmente comienza en el tercer mes de gestación con un aumento de síntomas en el tercer trimestre. Los síntomas normalmente se resuelven con el nacimiento del niño. Se cree que este cuadro puede ser una expresión de ansiedad, rivalidad con el niño, identificación con éste, ambivalencia respecto a la paternidad,…
Con el conocimiento que se tiene actualmente sobre la fisiopatología de la depresión, el tratamiento debe ir dirigido a restablecer la regulación neurobiológica mediante el aumento de la neurotransmisión de neurotransmisores que beneficiarán los otros aspectos patológicos de la depresión como son:
- Los factores neurotróficos y la neurogénesis.
- La señalización y alteración glucocorticoidea.
- La normalización neuroendocrina.
Existen buenos tratamientos farmacológicos, como los antidepresivos tricíclicos o los inhibidores de la recaptación de serotonina aunque, según diversos estudios, hasta el 20% de los pacientes no obtienen ninguna respuesta y hasta el 60% no consigue una respuesta adecuada. Muchos pacientes tienen que abandonar o limitar estos antidepresivos por efectos secundarios.
¿Cómo se pueden solucionar?
La evidencia de que la acupuntura es útil para el tratamiento del insomnio a todas las edades y de distintas etiologías se ha demostrado en una gran variedad de estudios; tanto en la literatura oriental como en estudios occidentales, muchos de ellos con controles polisomnográficos, que miden los efectos de la acupuntura sobre el sueño, y también contrastando el efecto sobre los distintos neurotransmisores involucrados en el proceso normal del sueño.
Aporta la ventaja de que se puede emplear durante el embarazo y la infancia, periodos en los que el empleo del tratamiento farmacológico convencional, principalmente benzodiacepinas, está contraindicado.
Durante el embarazo y lactancia, existen escasos tratamientos farmacológicos aceptables para los síntomas depresivos y ansiosos. La acupuntura es una técnica contrastada y eficaz para el tratamiento de la depresión, y se puede emplear durante el embarazo. En un estudio piloto controlado y randomizado, realizado recientemente en California, se vio que la acupuntura aplicada durante un periodo de 8 semanas lograba una remisión de síntomas significativa en el 69% de las mujeres, manteniéndose los efectos hasta las 10 semanas posparto.
Asimismo, está siendo empleada cada vez con más frecuencia en medicina, especialmente entre pacientes con enfermedades psiquiátricas. Debido, sin duda, a:
- Su incontestable efecto neurobiológico.
- A sus resultados clínicos.
- Su ausencia de efectos secundarios significativos.
Concluyendo que la Acupuntura es una terapia eficaz y segura para tratar la depresión, al menos tan eficaz, sino más, que la fluoxetina y con menos efectos secundarios, que aumenta los niveles de monoaminas en el cuerpo y juega un papel importante en su tratamiento.
Redacción: Dr. Beltrán Carrillo.