Madrid, un lugar para ‘qued-arte’
Pablo Romero
Pintor e impulsor de Ardavín Galería
La vinculación que ha tenido Madrid con la pintura ha sido siempre inmensa. Ya no sólo por ser la Villa y Corte donde residían muchos de los antiguos monarcas, retratados por las manos de pintores de prestigio, como Diego Velázquez, pintor de cámara de Felipe IV, o el gran Carlos III, conocido como el mejor alcalde de Madrid, y sus retratos de Goya.
Y es que si lo mismo hay un rey que dé nombre a Madrid, también hay un pintor clásico que es un símbolo para la ciudad: Francisco de Goya. La carga de los mamelucos en la Puerta del Sol o Los fusilamientos del tres de mayo son unos de los óleos más celebres del pintor que se reconocen sobre nuestra ciudad. Goya pretendía “perpetuar por medio del pincel las más notables y heroicas escenas de nuestra gloriosa insurrección contra el tirano de Europa”, como había manifestado a don Luis de Borbón. Una pintura que hoy es, además, un testimonio histórico, ya que se encuentra en todos los libros de Historia, y que permite recordar por qué el 2 de mayo celebramos el día de nuestra Comunidad.
En la actualidad, si tuviéramos que poner otro nombre a Madrid, sería Antonio López. Natural de Ciudad Real, no hay ningún rincón de la capital que no haya inspirado al autor desde que se trasladara en 1949 para estudiar Bellas Artes: Madrid desde el Cerro del tío Pío, El Norte de Madrid visto desde La Maliciosa, Madrid La Para u Observatorio, Madrid Sur, Gran Vía, clavel… No hay nadie mejor que él que haya sabido captar la realidad de la calle centenaria de esta ciudad.
Desde barrocos como Claudio Coello, expresionistas como Gutiérrez Solana, el cual inmortalizó las famosas tertulias madrileñas en el café Pombo, o incluso cubistas como Juan Gris, Madrid ha sido también cuna de grandes pintores. Otros, aunque no de nacimiento, se han consolidado en esta ciudad, aunque tanto estos como aquellos han diluido su origen en la universalidad. Cuando Góngora fue retratado por Velázquez en su primera visita a Madrid, supo captar la amargura del célebre escritor. Escribía Góngora en su poema De Madrid: “Madrid oh peregrino, tú que pasas”… Pueden ser muchos los que vengan y vayan a la capital, pero durante siglos a nadie le ha dejado indiferente. Madrid es un lugar para “qued-arte”.