DOPING ¿CUÁL ES EL MENSAJE?[1]

Artículo de opinión de François Pérez Ayrault; Director Comercial del Instituto de Formación Avanzada (INFOVA)

De pequeño soñaba con ser campeón. ¿Quién no? No lo logré. No importa. Practiqué deporte, me divertí, y tomé una buena forma física. Diré, y suena a antiguo, que aprendí valores de superación, de esfuerzo, de compromiso, de solidaridad. Viví a flor de piel las emociones: reí, lloré, sentí la ira, la envidia, la tristeza, las sensaciones del logro, del éxito, de la derrota. En un plazo razonablemente breve viví intensamente todo lo que el deporte me provocaba. Y aprendí del deporte mucho de lo que hoy guía mi vida y mi comportamiento. Probablemente, el deporte fue un factor, junto con la familia y la educación, que me alejó de otros derroteros peligrosos, en los que otros amigos y vecinos cayeron. Y algunos murieron; muy jóvenes.

Hoy no siento el deseo de ver a mis hijos campeones de nada. El deporte de élite, y por extensión, el resto del deporte aficionado se ven duramente afectados por la siniestra y alargada sombra del dopaje. No me preocupan tanto los hechos probados en los numerosos casos de dopaje, como la nefasta influencia en quienes aspiran a lograrlo todo, y están dispuestos a pagar cualquier precio. Me preocupa la proyección social de una práctica, ya antigua, pero cuyos avances científicos le hacen alcanzar la posibilidad de retos nunca jamás soñados, y aberraciones capaces de superar las ficciones más abyectas. Me preocupa la presión de los patrocinadores en los resultados. Me preocupa que la rentabilidad de unos juegos olímpicos, o de unos campeonatos mundiales de natación o atletismo pase por el máximo número de record batidos; no olvidemos el famoso Dream Team de EEUU que consintió en asistir a los JJOO de Barcelona con la condición de no pasar los controles antidopaje. Me preocupa la obsesión compulsiva de los aficionados que, desde la comodidad de un sofá y al amparo de refrescos y cervezas, desean ver constantemente nuevas proezas inalcanzables para el común de los mortales. Me preocupa que deportistas y equipos constantemente rocen el límite de la legalidad porque legitima el uso de sustancias dopantes; en el fondo, poca diferencia hay entre consumir bebidas cargadas de cafeína y las prácticas de dopaje que nos escandalizan. Me preocupa, en definitiva, el mensaje que estamos enviando a generaciones que nacen instaladas en una cultura, por otra parte deseable, del bienestar. Algo que sin duda favorece una baja tolerancia a la frustración y por consiguiente, excelente caldo de cultivo para futuros dopados.

La ambición, que en otros artículos hemos defendido como un poderoso motor natural que nos acerca a alcanzar lo que queremos, debe espolearse por la provocación de algunas preguntas, muy necesarias: ¿qué estoy dispuesto a hacer para lograrlo? ¿Qué precio estoy dispuesto a pagar?

Hablar en general puede hacer que seamos injustos con una gran mayoría que sigue viendo en el deporte y su práctica la defensa de los mejores intereses de millones de personas que tan solo desean divertirse, crecer, aprender; y por qué no, ganar. Pero en una sociedad tan influida por la información no basta con no darse por aludido. Nuestra ausencia de culpa en estos hechos no nos exime de nuestra responsabilidad en que sucedan y se agraven.

Martin Luther King apuntaba que Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos. Es justo ahí, donde otorgamos la permisividad de estas prácticas, como en tantos otros aspectos de la vida. No hacer nada al respecto; tan sólo escandalizarse, si es que a estas alturas algo nos escandaliza, no nos coloca en la mejor de las situaciones. Padres, educadores, políticos, médicos, deportistas de élite, deportistas aficionados, debemos clamar contra la invasión de EPO, efedrinas, transfusiones, esteroides anabolizantes, y demás sustancias y métodos para que éstas ocupen el fin al que eventualmente se destinaron: la salud.

De lo que aprendí del deporte, mucho lo he aplicado a la empresa. No en vano, han surgido empresas y mucha bibliografía de deportistas de éxito que han volcado para la ciencia, si es que es ciencia, de la gestión.

Los aspectos más relevantes del deporte encuentran su particular sosias en la gestión de las empresas: el espíritu de equipo, la orientación a los resultados, la convivencia, etc. Se aplican inteligentemente, y ayudan al éxito. De hecho, hace a las personas sentirse parte de un proyecto. Viajamos hacia un modelo más humanista en el que empresas y organizaciones son entornos para la realización plena de los seres humanos. Y tomamos de las experiencias de otras actividades como el deporte, la aventura, la música o el arte en general, reflexiones y sabiduría para seguir creciendo en resultados, pero también en responsabilidad y compromiso con la sociedad a las que servimos.

Las empresas no han sido ajenas al fenómeno del doping. Si tenemos en cuenta que el doping consiste en el uso de determinadas sustancias para incrementar y mejorar los resultados de forma artificial; observaremos que ha habido empresas y organizaciones a lo largo de la reciente historia que han hecho prácticamente de todo. No es éste el momento de enumerar ejemplos; los lectores saben que ha sido así. Ahora bien, la tendencia, hoy, anima a las empresas a orientar sus resultados hacia el fin último al que sirven: la misma sociedad que les da sentido a su existencia. Las empresas se han afanado en la generación de códigos de buen gobierno, declaraciones de principios y valores, códigos de buenas prácticas para sectores industriales, con el fin de articular un marco, un escenario mejor dibujado para todos, un marco legal y jurídico que elimine tratos o situaciones especiales. El propósito es claro: no vale todo, no vale cualquier precio para obtener un resultado, no sirve hacer cualquier cosa para conseguir lo que me proponga, no vale tener poder y ejercerlo en beneficio propio causando un mal a terceros. En este sentido el mundo empresarial siempre ha marcado el camino a seguir

cuando se trata de justicia, equilibrio, ponderación, responsabilidad social, probablemente inducida por los mismos errores que hoy evoca el deporte de élite en la consecución de resultados: ambición sin límites, sin razones y afán de lucro.

INFOVA, Instituto de Formación Avanzada, es una empresa especializada en la formación de profesionales, que aplica su metodología en tres áreas distintas, pero a su vez complementarias: Formación en Sala, Formación a través de la Experiencia (Outdoor Training) y Formación On-Line (E-learning). Su objetivo es ahondar en las causas que inspiran los comportamientos y así poder realizar cambios reales, proporcionando de esta forma herramientas capaces de fomentar y potenciar el desarrollo profesional de directivos, redes de ventas y equipos de trabajo. Recientemente ha inaugurado el nuevo Centro de Desarrollo Directivo en donde se integra bajo una misma metodología diferentes formatos (presencial y on-line) con el propósito de cambiar en empresas y profesionales.

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