Buscar la perfección en tu trabajo, no es bueno para tu salud

Art. Dra. Marisa Navarro
Terapeuta y escritora. Autora del libro “El efecto tarta”

La población en general define el perfeccionismo como una cualidad en valor y algo positivo. De hecho, cuando alguien se define como perfeccionista, lo hace con orgullo, y como queriendo decir con ello, que es una persona trabajadora, minuciosa, detallista y con altos niveles de exigencia.

Estos valores son algo positivo y son dignos de admiración, también cuando los aplicamos al entorno laboral, pero en ningún caso significan perfeccionismo. Al contrario, las personas que siempre esperan que todo sea perfecto, se convierten en esclavos de querer obtener un resultado que no existe y es que nada, ni nadie lo es. Por este motivo, es muy común que estén sometidos a niveles de ansiedad y frustración constantes. Lo que después se puede traducir en trastornos para conciliar el sueño, digestivos, dermatológicos e incluso desembocar en depresión, y es que las personas perfeccionistas tienen mas posibilidades de sufrir este problema.

Y es que existen muchas contraindicaciones, a la intención de querer ser inmejorables, que siempre suelen acabar afectando a la salud, pero también a las relaciones sociales y a la forma que tenemos de vivir en comunidad. Ser perfeccionista no es bueno en ningún aspecto de la vida, por que esto es algo que nunca se sacia, y el que lo sufre siempre quiere dar un paso más y llegar a un resultado todavía mejor, nunca está conforme. Pero en el aspecto laborar se convierte en algo más peligroso, puesto que este es un entorno, en el que ya se tiene un alto nivel de estrés y en el que pasamos muchas horas al día. Estas personas, suelen estar expuestos a determinadas pautas de comportamiento nada beneficiosas ni para su estado de ánimo, ni para el de los que les rodean.

Se hunden con facilidad cuando las cosas no salen como esperaban. Esto además, suele ser muy a menudo, porque nunca el resultado estará a su nivel de exigencia y siempre les quedará la duda de si podrían haber hecho algo más. Por ello tienden a exagerar y a encadenar unos pensamientos negativos con otros, que les generan mucha ansiedad y les desvían de intentar buscar soluciones.

– Se maltratan, y se exigen demasiado. Piensan que si las cosas no han salido todo lo bien que se esperaba, ellos son los únicos responsables. No tienen en cuenta que todo depende de muchos factores o de que hay circunstancias ajenas, que a veces no se pueden controlar, y por este motivo la insatisfacción es una constante en sus vidas. Además normalmente, cuando una persona se exige demasiado, también lo hace con los demás, y por ello pueden volverse totalmente insoportables, para las personas que les rodean, convirtiéndose en compañeros o jefes tóxicos.

– Se comparan con otros constantemente. No tienen suficiente con lo que están haciendo, y también tienen que estar pendientes de cómo lo están haciendo los demás. Asimismo, suelen darle mucha importancia a la opinión que otros tengan de ellos, lo que se traduce en una baja autoestima y en un automaltrato psicológico en el que llegan a ser muy crueles.

– Quieren controlarlo todo. No confían en nadie, y por ello les cuesta mucho delegar, pues piensan que sólo si ellos son los responsables de algo, el resultado será el que esperan.

– Tienen verdadera fobia a cometer errores. Es muy fácil que el perfeccionista no llegue a ningún sitio, pues tiene tanto miedo a fracasar, que en muchas ocasiones prefieren no empezar, o si comienzan cabe la posibilidad de que abandonen al primer obstáculo que se les presente o si sospechan que se va a producir un error.

Tampoco disfrutan con sus éxitos. Si consiguen algo seguramente le quitarán el mérito, no lo disfrutarán o lo harán durante muy poco tiempo y no suelen sentirse agradecidos por ello, porque están constantemente buscando otras metas o poniendo su atención en otras acciones para seguir intentando conseguir que sean perfectas.

– Se suelen marcar objetivos muy difíciles. A veces imposibles de alcanzar y poco realistas, pero motivados por su necesidad de demostrarse constantemente lo buenos que son, y la necesidad que tienen de que otros lo aprecien y se lo reconozcan.

Tratar de dejar de ser perfeccionista no es fácil, al igual que no lo es abandonar cualquier otra costumbre, que puede llegar a ser una verdadera adicción. Pero si se ha decidido dejar de serlo, deberías aplicarte estos consejos:

– Lo primero es preguntarse de dónde viene esa necesidad, que te obliga constantemente a no poder dar por finalizado un proyecto o una acción, con un desenlace que se ajuste a tus expectativas. Quizás sea por que pienses que esta es la única manera de considerarte valioso, capaz, inteligente, o de conseguir la aprobación de los demás, pero se pueden conseguir todo esto sin ser perfeccionista. Una vez localizado, comprometerse firmemente a cambiar de actitud.

Adoptar la excelencia, que consiste en dar lo mejor de nosotros mismos y hacer las cosas lo mejor que podamos, teniendo en cuenta las circunstancias y los recursos con los que contamos, y sin obsesionarse con el resultado, y disfrutando del camino. Indudablemente una persona no trabajará de igual forma o con la misma calidad a primera hora de la mañana que a última hora de la tarde, y después de estar todo el día delante del ordenador. Pero si en cada momento está dando lo mejor que tiene, su trabajo será excelente y tendrá la satisfacción de sentirse orgulloso de ello.

Repetirte que el verdadero éxito está en esforzarse y hacerlo lo mejor posible. Saber que si se cometen errores, y las cosas no salen como hubiéramos deseado, se ha tenido la oportunidad de aprender, seguir adelante y crecer con ello, lo que supone una gran lección para la vida, para conseguir tu objetivo en un futuro.

– Compararse sólo con uno mismo. Intentar superarse para tratar de ser cada día mejor persona, mejor profesional, pero no con el objetivo de quedar por encima de nadie, o buscar el reconocimiento de otros, sino para sentir la propia satisfacción de ver como el esfuerzo siempre tiene sus resultados y que se siga despertando cada jornada la ilusión por lo que haces.

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