Cambio de tendencia B2B/B2C en C2C

Artículo de Opinión
Javier Fuentes Merino
CEO Grupo Venta Proactiva

Desde hace años se habla del Business to Business y el Business to Consumer como los dos grandes bloques de relación empresa-mercado. Desde que nació Napster hace muchos años, somos conscientes de que existe otra vía: el Consumer to Consumer. Los libros de texto sobre marketing han desgranado las estrategias y tácticas de la venta industrial (ahora como somos más modernos la llamamos B2B) y de la venta a usuario final o B2C, incluso, ya existen numerosos artículos sobre el C2C (Consumer to Consumer). Este crecimiento de la venta entre consumidores finales ha crecido gracias al uso de Internet y las nuevas tecnologías que ponen en contacto de manera sencilla oferta y demanda aún habiendo miles de kilómetros de distancia entre las personas, pudiendo comprar ofertas y reduciendo la asimetría en el mercado (ejemplos como e-buy, los portales de intercambio de archivos o mercadolibre.com son ejemplos de esto).

Este artículo no tiene interés en desarrollar las ideas sobre el C2C sino hablar de un fenómeno más novedoso y potente aún, que es la intermediación de empresas para conseguir que el C2C se lleve a cabo. El último ejemplo de este tipo de empresas es Uber, con la gran polémica europea y casi mundial sobre si un conductor individual sin licencia del Estado puede transportar a otra persona consiguiendo un beneficio.

No sólo esta Uber en este sector del transporte, también existe blablacar, que se supone que es para compartir gastos en un trayecto determinado efectuado en común entre varios usuarios con el coche de uno de ellos, o aplicaciones para practicar deporte entre personas que no se conocen personalmente pero tienen interés en practicar ese deporte en una zona y día concretos.

El Estado y algunos sectores ven todo este tipo de empresas y de herramientas comunitarias como un riesgo o una competencia (podemos citar el ejemplo del gremio del taxi contra Uber), no obstante, no se le pueden poner vallas al campo… ¿Por qué decimos esto? Porque el mundo evoluciona y la capacidad del consumidor de buscar resquicios para conseguir la mejor oferta y la mejor relación calidad-precio son infinitos, por lo que es bueno entender que esta ola va a continuar y va a crecer, sólo está comenzando.

Obviamente, el Estado debe imponer unos mínimos de seguridad y de protección del consumidor para que no haya fraudes, robos o que el consumidor quede descubierto por una mala praxis de otro consumidor o del portal intermediario, pero debe dejar que el mercado haga su trabajo para que los más competitivos e innovadores avancen.

Los sectores afectados deberán competir y adaptarse, buscar nuevos valores añadidos o centrarse en segmentos determinados del mercado. El consumidor será quien decida qué cosas son mejores que otras e irá descartando ofertas poco interesantes o abusivas. Y para los emprendedores y empresas innovadoras se abre una importante fuente de negocio que hará cambiar el mercado, ya que en muchas ocasiones ya no tendrá que vender el servicio o el producto a otra empresa o al consumidor final, sino ser capaz de posicionarse para que su negocio sea conseguir el cruce competitivo entre consumidores que representan la oferta y consumidores que representan la demanda, eso sí, aportando valor y garantías.

El B2B y el B2C no han muerto ni mucho menos, seguirán siendo la base del mercado, no obstante, si queremos innovar y crecer como empresa, debemos entender la nueva ola del C2C e intervenir en ella para conseguir cuota de mercado.

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