Cansancio directivo estructural

Gonzalo Martínez de Miguel. Director General de INFOVA

El cansancio estructural es aquel que no responde a una situación concreta. Es el cansancio permanente, que no se corresponde con una coyuntura ocasional, sino que es parte de una forma de vivir.

Según los últimos datos del Observatorio del Comportamiento Humano en la Empresa (OCHE), el 50% de los directivos españoles necesitan el fin de semana para recuperarse del cansancio semanal. El 32% confiesa una sensación de cansancio permanente y 42 de cada cien reconoce que el exceso de estrés es una constante en su vida profesional.

Somos una generación de directivos cansados. No es que estemos cansados porque la situación actual es especialmente exigente. La realidad es que una gran parte de ellos se han acostumbrado a vivir así. Directivos brillantes incapaces de crear y mantener hábitos saludables de descanso, de alimentación, de deporte y desconexión.

La mayoría de los directivos que conozco aluden, debido a su trabajo, la falta de tiempo para no descansar más o hacer más deporte. Sin embargo, no nos sorprende que después de que el cuerpo les de un aviso serio: en forma de infarto, ataque de ansiedad o ulcera abierta de estómago, encuentren tiempo para salir a caminar todos los días, ir al gimnasio y dormir ocho horas.

La inteligencia consiste en hacer los cambios necesarios, antes de que el deterioro de la situación no conceda otra salida.

El cansancio permanente debería ser causa de despido por sus implicaciones en el rendimiento. Los profesionales cansados son menos creativos, gestionan peor los problemas, se quejan más, soportan mal la tensión, tienden a exagerar las respuestas ante los conflictos, trasladan su malestar al equipo, descuidan aspectos claves del negocio, deterioran sus relaciones familiares y, en consecuencia, son una bomba de relojería a medio plazo para la organización.

Estar permanentemente cansado no tiene ningún valor. Decía Peter Drucker que la función básica de un directivo es preparar a la empresa para el futuro. Esa tarea exige altas dosis de energía disponible. Los profesionales cansados no disponen de ella. Tienden a auto compadecerse y a exhibir su cansancio como prueba de responsabilidad y compromiso con la organización.

Los programas de entrenamiento de los mejores deportistas tienen pautados los tiempos de descanso. Cuanto más exigente es el trabajo, más importante es recuperarse de un día para otro. El mayor compromiso personal debe ser mantener un equilibrio entre las diferentes facetas de nuestra vida. Si un directivo llega a la conclusión de que su empresa realmente impone unas condiciones que no permiten ese descanso, debería recordar que marcharse o quedarse es su responsabilidad.

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