Comenzar el año con buena salud emocional
ARTÍCULO
Dra. Marisa Navarro
Y mantenerla todo el año
La medicina emocional es el conjunto de habilidades y tratamientos aplicados al cuidado de la emociones, con las que conseguiremos gozar de una mejor salud, prevenir enfermedades, disfrutar de la vida y ser mas felices. Esta se basa en que la conexión entre la mente y el cuerpo es total, pues las emociones influyen de manera decisiva en nuestra salud, al estar nuestro sistema inmune, que es el que nos defiende de agresiones externas, manteniéndonos sanos, íntimamente conectado con nuestro sistema nervioso. Las emociones negativas,como la depresión, la ansiedad, o el pesimismo mantenidas en el tiempo pueden llegar a afectar nuestro organismo seriamente, al estar la salud mental estrechamente relacionada con nuestra salud en general.
Dicho esto, aplicar medicina emocional, o lo que es lo mismo estar al cuidado de nuestros sentimientos, en nuestro día a día, es fundamental y cualquier momento es bueno para empezar a practicar sus técnicas, porque, además de ayudarnos a prevenir enfermedades, nos funcionarán como una guía para alcanzar nuestras metas. Pero es cierto que todos hacemos nuevos planes al comienzo del año, que es como una tradición o costumbre, nos suele parecer un tiempo adecuado para hacer cambios en nuestra vida, que idealmente irán dirigidos a tener una mejor salud y a ser más felices, o a realizar actividades que nos aporten un beneficio.
Por este motivo el mes de enero es idóneo para comenzar a aplicarnos medicina emocional, pues contamos con ilusión y ganas; además del empuje y la motivación, que supone un nuevo comienzo, por lo que hay que aprovechar esto para mejorar aspectos de nuestra vida que creemos que lo necesitan, o en los que llevamos tiempo pensando sin encontrar el momento de dar el pistoletazo de salida. Además miramos al horizonte con la tranquilidad de que tenemos tiempo, todo un año , para poner en marcha nuestras ilusiones y obtener resultados.
Para conseguir nuestras nuevas metas os propongo comenzar aplicando estrategias y habilidades de medicina emocional sencillas y de fácil ejecución. Lo primero que debemos hacer es tener claro, que queremos conseguir, y hacernos lo que he denominado las “preguntas interiores”, pues esto nos ayudará a analizar nuestra situación y elegir el rumbo deseado.
De esta manera comenzaremos analizando una serie de cuestiones, y reflexionando:
¿Qué quiero para mi vida?
¿Qué es lo que de verdad me gusta?
¿Qué me sienta bien?
¿Qué es lo que me conviene?
¿Qué cosas quiero que estén en mi vida y cuáles quiero soltar?
¿Qué me da paz?
Comienza con estas preguntas, pero te aseguro que llegarán muchas otras similares. Escríbelas en un papel o incluso en tu móvil si quieres, para que te ayuden a visualizarlo. Así también las tendrás a mano, si en algún momento necesitas recordarlas o volver a pensar en que dirección quieres llevar tu camino.
Eso sí, tómate tu tiempo en contestarlas, medítalas y no te apresures y, sobre todo, no te agobies, puesto que no importa que no encontremos la respuesta en ese momento. No tendría sentido focalizar tu esfuerzos hacia algo que no está bien pensado y que seguramente a los pocos días acabarías por abandonar. Las «preguntas interiores» que nos hacemos encuentran sus respuestas, aunque tarden en aparecer;y lo importante, es que una vez las encontremos, estemos seguros de lo que queremos, puesto que ellas y sus soluciones nos van a servir como pistas de hacía donde tenemos que dirigirnos en nuestra vida.
Después, aplicarnos medicina emocional, cómo nuestra guía para conseguir llegar y disfrutar del camino, será una gran ayuda, puesto que será difícil llegar a dónde queremos sin atender a nuestras emociones. Por ejemplo, será más fácil comenzar a aprender un idioma, sin que nos invadan sentimientos tales como la frustración, el desánimo, porque como todo en la vida las cosas no se consiguen, ni se aprenden de un día para otro. A esto es a lo que me refiero al decir que debemos estar atentos a las emociones, porque los sentimientos negativos van a hacer su acto de presencia y debemos estar alerta, para no dejarnos llevar por ellos, hasta el punto de abandonar nuestra meta.
Pero ¿qué podemos hacer para hacer frente al desánimo, y no abandonar? Aunque más adelante abordaremos una serie de acciones que podréis poner en marcha, he de destacar que lo primero para que tengamos éxito, es ponernos objetivos sencillos. Que sepamos que son fáciles de alcanzar y que puedan conseguirse con motivación y un razonable esfuerzo. Por ejemplo, si has pensado comer sano, no debes desechar totalmente de tu vida la comida que acostumbrabas tomar y dedicarte exclusivamente, por ejemplo, a la lechuga verde, lo a las zanahorias porque ese cambio durará probablemente muy poco. Podrías, por ejemplo, introducir simplemente una ensalada de primer plato en las comidas, y mantenerlo en el tiempo hasta que consigas que poco a poco, pequeños cambios den lugar a grandes transformaciones.
Si has decidido comenzar a hacer algo de ejercicio, no conviene empezar corriendo una hora todos los días, sino ser conscientes de cual es nuestro estado actual y decantarnos primero por dar un pequeño paseo, o realizar alguna actividad que nos resulte agradable y que nos requiera algo de movimiento. La clave está en que te haga disfrutar, sentirte bien, darte cuenta que hace algún tiempo estabas sin hacer nada y ahora estás en funcionamiento, para conseguir lo que te has propuesto. Por poco que sea, ya llegará el resto. Una vez nos hemos iniciado en conseguir nuestra meta, llegará el momento que introduciendo nuevos retos, de dar nuevos pasos y de repetirlos, irán formando parte de nuestra vida.
Buenos propósitos hay que tener durante todo el año, pero sin presionarnos, como hemos dicho, pequeños pasos consiguen grandes cambios. Es preferible que nos pongamos metas realistas, que sepamos que podemos conseguir, a proponernos objetivos durísimos e inalcanzables que van a hacer que nos agotemos en el camino y acabemos dejándolo. Esto es peligroso, por que además te invadirá la sensación horrible para tu autoestima de no ser capaz de hacer lo que te propones, lo que puede llegar incluso, a provocar que no intentes otras muchas cosas por miedo al fracaso. Por ello, si decides hacer algún cambio, la cuestión es facilítatelo todo lo que puedas.
Tras analizar nuestras “preguntas interiores” y traducirlas en objetivos sencillos, llega el momento de centrarnos en el siguiente paso, la repetición. Este es sin duda el momento mas complicado , puesto que es el que requiere mayor esfuerzo, y por ello lo analizaré más adelante y con más detenimiento, explicando en lo que consiste la técnica de la medicina emocional “acción /repetición /costumbre”. Y es que aunque aparentemente, se trata de hacer lo mismo una y otra vez, este punto requiere constancia y disciplina, para hacer de nuestro propósito de primeros de año un hábito. Dicho esto, volvemos a tratar el tema de la sencillez, pues es más recomendable que repitamos acciones que nos resultan fáciles y agradables en un primer momento, con lo que volvemos a remarcar la importancia de “buscar objetivos viables”, ya que tras ellos llegarán sin darnos cuenta otros que veíamos inalcanzables al principio. Imaginemos una persona que no ha estudiado un idioma en su vida, y que comienza a aprender alguno, yendo a clases de conversación avanzada o incluso intermedia, y encima tiene que ser constante, para acudir a ellas dos veces por semana, a pesar de la frustración que le supone estar con otras personas que dominan el idioma y sin enterarse de nada. Sin duda este no es el camino . Será mejor, comenzar a tomar clases sencillas, que resulten divertidas y con las que le sea fácil comprometerse y a las que tenga ganas de acudir, que lo demás ya llegará. Lo importante es darse cuenta que día a día, se aprende o se consigue algo nuevo.
Para darnos cuenta de cómo esa repetición va surtiendo su efecto, no analices tus resultados diariamente, porque pueden no ser lo que esperabas y que te invadan las ganas de abandonar. Trata de analizarlos con algo de distancia y tendrás una mejor perspectiva, de donde estás ahora y donde estabas situado en el principio.
Por último, trata de involucrar o dejarte aconsejar por personas que te motiven y animen en llegar a tu meta, contar con el apoyo de otros y sentir su confianza es fundamental, pero no olvides que esto es sólo una ayuda, puesto que el cambio y las ganas de hacer bien las cosas, deben iniciarse en ti. Así mismo, aléjate de los que te dicen que no lo conseguirás o que dudan de tu fuerza de voluntad, que por desgracia siempre aparecen, y no te dejes llevar por opiniones negativas, y cuando aparezcan las dudas, repíte las respuestas que diste a tus “preguntas interiores”. Recuerda y visualiza, lo que quieres para tu vida, lo que te gusta, lo que te conviene,y lo que te da paz .
Hemos hablado del comienzo del año como una oportunidad para iniciarnos también en actividades, o en la realización de hábitos que consideramos que nos beneficiarán o que nos hacen falta. Pero no me gustaría olvidarme de aquellas personas a las que este mes les supone una “cuesta de enero” más allá del terreno económico, llegando al emocional. Aunque en lo que se refiere a los sentimientos en cualquier época de nuestra vida, nos podemos ver frente a una cuesta, y no tiene porque ser en enero, es cierta la gran importancia que en nuestra vida tienen los símbolos,y por ello esta puede indudablemente afectarnos anímicamente, tras unas fechas en las que toca separarnos de familiares a los que habitualmente no vemos, y echamos de menos durante el año, para volver a la rutina y despedirnos de ese ambiente festivo de “buena sintonía, alegría y paz” que supone para muchos la Navidad.
A todos ellos les recomendaría, que cambiar nuestros pensamientos respecto a esas dificultades cambiará nuestras emociones y sentimientos, y con ello nuestras actitudes y comportamientos, lo que nos ayudará a superar esa “cuesta” u otras que puedan presentarse a lo largo del año, y convertirá a este mes en un momento que también será idóneo para focalizarse en nuevos objetivos y abandonar la tristeza o la melancolía.
SUBTEMAS
TÉCNICAS DE MEDICINA EMOCIONAL, QUE FACILITARÁN CONSEGUIR NUESTRAS METAS
SUBTEMA 1
ROMPER CON EL PASADO Y VIVIR EN EL PRESENTE
La mayor parte de nuestro tiempo no estamos centrados en nuestro momento presente, ni prestando atención a lo que está ocurriendo aquí y ahora. Si nos paramos a recapacitar, nos daremos cuenta que con mucha frecuencia nuestra mente realiza viajes al pasado, a recordar momentos que ya se fueron , o al futuro, a pensar en otros que tampoco existen, puesto que todavía no han llegado. Y al contrario , nos estamos olvidando de vivir el presente, aunque es este el momento en el que debemos poner toda nuestra atención. Para ser felices hemos de ser plenamente conscientes de lo que estamos haciendo, viviendo, pensando o teniendo en estos momentos.
No deja de ser curioso que gran parte de nuestra vida la ocupamos pensando en momentos que no estamos viviendo, en hechos que ya no podremos cambiar o de los que nos arrepentimos, o en preocupaciones que no sabemos si surgirán. Esto puede llegar a ser muy peligroso para nuestra salud, puesto que los pensamientos negativos sobre el pasado o el futuro, nos crean sentimientos negativos, como la ansiedad, la tristeza,o la rabia que vivimos en el presente y nos impiden disfrutar de él. Vivir de esta manera, se llega a convertir para algunas personas en un problema grave, hasta el punto que en su vida no pueden deshacerse de estas emociones.
Si queremos cuidar nuestra salud y comenzar bien el nuevo año, lo primero que debemos comenzar a hacer, es dejar de lado los pensamientos y emociones negativas, surgidos de otros tiempos y centrarnos en el presente, puesto que es el único lugar en el que podemos encontrar paz y serenidad. Ahora bien, ¿cómo debemos aprender a vivir y a situarnos en el momento presente?
Pues bien, existen varias técnicas que nos pueden ayudar a dejar de centrarnos en el pasado o en el futuro, y que yo pongo en funcionamiento con mis pacientes, y hay algunas muy sencillas que podemos ya comenzar a aplicarnos:
– Centrarnos en nuestra respiración: Esta es una manera muy sencilla de atrapar nuestro momento presente. Además es un acto que nos calmará y relajará y que podemos realizar en cualquier sitio. Pon atención en el aire que entra y sale, y siente cómo llega a tus pulmones y cómo se mueven tu pecho y tu abdomen con cada respiración.
Piensa cada vez que inspires en que estás llenando tu cuerpo de paz y serenidad, y cada vez que espires en que estás eliminando y te estás limpiando por dentro de pensamientos y emociones negativas. Otro ejercicio de respiración, es hacer una inspiración profunda y pensar: “Inspiro y me sitúo en mi momento presente”, para después espirar el aire de manera larga y profunda repitiéndonos “y me doy cuenta que mi momento presente es perfecto”. Una vez más relajados gracias a la respiración, nos daremos cuenta que la mayoría de los momentos presentes son maravillosos, cuando nos detenemos a pensar en ellos.
– Describir mentalmente lo que estamos viviendo: este es otro ejercicio muy sencillo que nos ayuda a situarnos en el presente, y es describírnoslo a nosotros mismos o verbalizarlo si tenemos esa posibilidad a otras personas. Procura describir cosas buenas de la vida que siempre están a nuestro alcance, pero que no les damos la importancia que requieren. Por ejemplo, situémonos en un día cualquiera de trabajo, en el que hacemos un descanso para ir a almorzar. Llueve, hace fío y hemos dejado en la oficina asuntos importantes que deberemos resolver a la vuelta. Que distinto es si disfrutamos del momento presente, describiendo o comentando con otros, si estamos acompañados, por ejemplo, lo bien que hacen la comida en el lugar que habéis escogido, o lo mucho que vais a disfrutar, o lo que te gusta la atención que allí se da frente a si no desconectamos en ese momento, y en lugar de centrarnos en lo que nos hace sentir bien y que estamos viviendo en ese instante, nos invaden pensamientos sobre el trabajo que nos espera, en el frío que pasaremos, o en lo que nos mojaremos al salir a la calle.
– Toma consciencia de actividades diarias que realizamos y date cuenta de cómo disfrutas con ellas: o lo que es lo mismo, no te aceleres, relájate y tómate tu tiempo para disfrutar. Vivimos en un estrés y una prisa constante, que hace que nos perdamos o no demos importancia a muchas cosas sencillas que nos hacen sentir bien. Por ejemplo, al despertar cada mañana, relájate antes de levantarte, y no lo hagas de golpe y deprisa, sino espera unos minutos en la cama y toma consciencia de cómo es tu momento presente;y en la ducha, detente unos minutos en sentir cómo el agua cae en tu piel; y no desayunes rápido sino dedícale tiempo para su disfrute. En resumen , piensa en todo lo que tienes y no en lo que te falta.
– Comienza a agradecer: dar las gracias es una actividad fantástica que no sólo nos sitúa a nosotros mismos en nuestro momento presente, sino a las personas a las que agradecemos, puesto que les haces sentir que sus acciones son importantes o de gran ayuda para nosotros y eso a todos nos gusta. No busques un motivo de peso o una acción destacada por la que debas dar las gracias, pues cualquier acción nos sirve y todos tenemos un porqué. Cuando lo hacemos tomamos consciencia del valor que tiene cualquier acción para nosotros, y las sentimos, las apreciamos y las disfrutamos. Si eres creyente de cualquier religión, puedes dar las gracias a Dios, y si no lo eres, puedes darlas a la vida, o al universo, o a lo que tu quieras, puesto que en ambas ocasiones cumplirá su función y te hará sentir bien y reconocer nuestro presente.
Rodéate de personas que vivan el presente y que tengan gran sentido del humor: Si alguna vez os habéis preguntado, porque las personas con sentido del humor parecen ser más felices, la respuesta es que están situadas en su momento presente. Saben sacarle el lado bueno o la gracia a lo que está ocurriendo, incluso en situaciones difíciles. Rodearse de personas que sonríen, y disfrutan con lo que hacen, pues te ayudará a vivir plenamente tu presente.
SUBTEMA 2
HACER LO QUE TENGO QUE HACER
Con el nuevo año llegan los nuevos propósitos, y de ellos surgen nuevas responsabilidades. Por ejemplo, si quieres aprender un idioma, tendrás la responsabilidad de estudiar, de asistir a clase, y de practicar. Si quieres comenzar a cuidarte, tendrás que empezar a poner atención a lo que comes, o a realizar ejercicio. Esto nos puede crear el problema de, aunque tenemos toda la buena intención del mundo, realizar ese propósito, no nos apetece, o no tenemos ganas en un determinado momento , por ejemplo, de salir a caminar si hace frío, de acudir a clase si estás cansado o de cambiar la ensalada por la hamburguesa.
A todos nos gustaría conseguir esas metas u objetivos que nos hemos propuesto, pero muchas personas no están dispuestas a realizar el esfuerzo que requieren. Frecuentemente con el escudo del “es que no me apetece”, como una razón de peso para hacer o no hacer algo independientemente de las consecuencias. Es hora de ir cambiando nuestra motivación para hacer las cosas y pasar del “me apetece o no me apetece” al “me conviene o no me conviene”.
Cuando dudemos de que debemos hacer, elegiremos entre, aunque tengamos menos ganas, “hacer lo que realmente nos conviene” o, lo que es igual, hacer lo que tenemos que hacer, a lo que nos hemos comprometido con nosotros mismos o con otras personas. Para recordarlo y animarnos a cumplir nuestras metas, una buena idea es escribirnos en algún lugar que veamos al despertarnos la frase: “Hoy voy a hacer lo que tengo que hacer”, y luego memorízala, y además se honesto contigo mismo, y no te pierdas en excusas o inventes dificultades para no ponerte en funcionamiento y procura no perder el tiempo. Una vez hecho lo que “tenemos que hacer” nos daremos cuenta de lo bien que nos sienta.
Ocurre a veces que nos paramos a pensar y nos agobiamos detallando todas las responsabilidades que tenemos, hasta el punto de bloquearnos. En ese momento comenzamos a descartar propósitos, mirar para otro lado y acabamos no haciendo nada. Con toda seguridad esta actitud te hará sentir mal, decepcionado, por no haber sido capaz de “hacer lo que tenías que hacer”. Conforme pasen los días esa sensación irá a peor, puesto que el trabajo no realizado se va acumulando, y cada vez tendrás la impresión de que va a más.
La solución no es no marcarse propósitos o pensar que con lo que ya tengo encima, me lleno de más responsabilidad. La clave es situarnos en el momento presente, y estar atentos a lo que tenemos que realizar en ese momento, sin dejar a nuestra mente preocuparse por las tareas que debemos llevar a cabo luego o las que ya están hechas y no podemos cambiar. Concéntrate en lo que has de hacer ahora y ponte a ello, sin más.
Recuerda cuando estás en funcionamiento, y te darás cuenta que es verdad la ley física que dice que la energía genera energía, puesto que se pondrá en marcha en ti una fuerza que te ayudará, como si fuera un generador, con el siguiente asunto que tengas previsto. Al finalizar el día te sentirás muy bien, con la satisfacción de ver tus metas cumplidas. Esto también te favorecerá para dormir bien y descansar mejor, lo que después se traducirá en más ánimo y vitalidad para comenzar la siguiente jornada.
Otro punto importante que me gustaría destacar, es como a veces nos escudamos en pensar que no tenemos la suficiente fuerza de voluntad para conseguir los objetivos. Cuantas veces habéis escuchado a familiares y amigos “Me gustaría ponerme a dieta, apuntarme al gimnasio, pero es que no tengo fuerza de voluntad”. Se debe olvidar esa idea, pues la fuerza de voluntad no es algo que venga determinado en nuestra genética, o algo que unos nazcan con ella y otros sin ella, puesto que para algunas cosas, o en determinados momentos, se tiene y en otras no. Lo que si es cierto, es que mantenerla cuesta, y por ello hay que usarla para situarnos en el camino de lo que queremos conseguir.
Recuerda programarte en positivo, pensando en que puedes hacer todo lo que te propongas, y planifica todos los pasos que tienes que dar para pasar a la acción, sin ponerte piedras, ni obstáculos en el camino. Por ejemplo, si has decidido comenzar a comer más sano, empieza por convencerte y decirte mentalmente, los beneficios que esto va a suponer para tu salud, y que volverás a ponerte la ropa que te gusta, o que vas a verte mejor. Pero olvídate de acudir frecuentemente a la comida basura, no pases por esas secciones en el supermercado y procura alejarte de restaurantes en la que la sirvan y, sobre todo, no pongas excusas, porque hay opciones para todos los gustos.
El siguiente paso sería la repetición, de modo que repite, repite, y repite, una y mil veces hasta que tu propósito sea parte de tu vida. He de avisarte que en este punto pasarás por una fase crítica y muy complicada, porque como en toda meta se tardan en ver los resultados, y generalmente nos invade el sentimiento de que estamos realizando un gran esfuerzo, pero no vemos el rendimiento. Esta es la fase de más riesgo y en la que más probabilidades hay de abandonar, pero recuerda “hago lo que tengo que hacer”, “esto es lo que más me conviene”, y así este propósito se convertirá en una costumbre.
Ahora te darás cuenta que tu propósito de principio de año, es decir , ese que veíamos tan lejano, ya es una costumbre, en una acción que ya forma parte de tu vida. Además, la fuerza de la costumbre es muy poderosa, puesto que es generadora de nuevos hábitos. Por ejemplo si ya has conseguido comer más sano, seguramente te animes y comiences a hacer algo de deporte. Además, ahora cuentas con el ánimo y la satisfacción de haber tenido una experiencia positiva, por haber conseguido tu meta, lo que te ayudará si ninguna duda con las siguientes.
Y lo mas importante, conseguirás sin darte cuenta cambiar tu rutina, eliminar viejos hábitos, que tenías instalados de forma automática y que realizabas sin apenas darte cuenta, y que no aportaban ningún beneficio a tu salud.
De modo que recuerda y haz lo que tienes que hacer, y lo que más te conviene, y repítelo y se creará un hábito, y será difícil, pero al final el esfuerzo tendrá sus resultados y tú la satisfacción de alcanzar tus metas. Será la mayor recompensa y la que mejor te hará sentir.
SUBTEMA 3
SIEMPRE SONRIENTE, NO DRAMATICES Y QUIÉRETE
Hablando de nuevos propósitos, escucharéis estos días, los típicos que nos hacemos todos, y que normalmente son, los relacionados con el peso, especialmente ahora, tras una fechas en las que no nos hemos privado de nada y que todo se celebra con dulces, comida o bebida, o las que tienen que ver con la formación como que voy a aprender a tocar un instrumento, o me voy a apuntar a clases de cocina , y así hasta un sinfín de objetivos que nos reportarán grandes beneficios. Pero frecuentemente nos olvidamos de los que tienen que ver con nuestro carácter o nuestra actitud, y por ello yo os propongo adquirir tres nuevo hábitos, que sin duda son el primer paso, para comenzar a plantearnos los demás y que suponen la aplicación a nosotros mismos de auténtica medicina emocional, y así que os reto a plantearos estas metas: el próximo año voy a estar siempre sonriente, y voy a dejar de dramatizar y me voy a querer muchísimo.
Está claro que este objetivo no será igual para todos, pues algunos ya tienen bastante recorrido hecho, y otros deben descubrir desde el inicio lo beneficiosa que puede llegar a ser una sonrisa, y lo importante que es, no hacer de todo un drama, pero todos alguna vez lo olvidamos y nos dejamos llevar por emociones negativas,y por ello conviene añadir estos a nuestra lista de tareas para el nuevo año.
Comenzar a sonreír es más fácil de lo que crees, y no importa que pienses que no tienes demasiadas razones para hacerlo y elige sonreír, porque es bueno para ti, te sienta bien y además te conviene. Puedes comenzar a ensayarlo desde que te despiertas, situándote frente al espejo, o si lo prefieres, te recomiendo un ejercicio que sienta fenomenal. Imagina que sobre tu pecho hay dibujada una gran sonrisa, y si quieres puedes cerrar los ojos, para visualizarla durante unos segundos, y te darás cuanta de que, sin que puedas remediarlo se va a dibujar una sonrisa en tus labios, de modo que ¿a que te sientes mejor? La sonrisa y la risa se identifica en todas las culturas con la felicidad y la alegría porque es cierto que aporta grandes beneficios. ¿Qué mejor propósito de año nuevo que este? Si todavía no te has convencido, te daré otras razones:
La sonrisa mejora nuestro aspecto, nos hace mas agradables, simpáticos y atractivos. Mejora la percepción que los demás tienen de nosotros, nos ayuda a socializarnos y es una gran forma de manejar la timidez. Además sonreir nos relaja, disminuye nuestro estrés y nos produce bienestar, nos ayuda a tolerar mejor el dolor y nos aleja de miedos y frustraciones.
Por todos estos motivos, facilitar la risa es fundamental en la vida, por lo cual busca situaciones alegres y divertidas, y rodéate de personas alegres, optimistas y que tengan sentido del humor y, por último, encuentra siempre el lado cómico de las situaciones.
Y ahora no dramatices, y da a las situaciones la importancia que requieren. Es frecuente que escuchando conversaciones a nuestro alrededor, oigamos expresiones del tipo “es tremendo eso que te ha pasado”, “me muero si me pasa eso”, e incluso puede que tu las hayas dicho, pero en la gran mayoría de las ocasiones ¿de verdad es para tanto?, y si no es así ¿crees que este lenguaje ayuda?. Es inevitable que a lo largo de nuestra vida suframos situaciones que nos alteren o nos generen ansiedad, tristeza o pena. La vida es dramática en ocasiones, pero a la mayoría de las cosas que nos pasan en nuestro día a día, debemos ser nosotros los que les demos la importancia que consideremos, y por ello cuando dramatizamos estamos empeorando lo que ya nos ocurre y nuestra manera de afrontarlo.
Hay gente que tiene una verdadera adicción al drama, y son personas a las que cualquier nimiedad les parece una catástrofe, y viven todo con una gran trascendencia, produciendo un estado vital de ansiedad, angustia y estrés permanente. Pero, aunque seas una persona razonable y con un buen sentido del humor, puede que también en ocasiones ante el cansancio, la excesiva carga de trabajo, la mala alimentación o la falta de tiempo, seas más tendente a dramatizar.
Cuando eso ocurra, pregúntate si de verdad merece la pena, pues esto nos ahorrará muchos disgustos y enfados,y piensa la frase “ni un minuto voy a perder con eso” y no entres en la dinámica del lamento, porque cuando te des cuenta del malestar que te has ahorrado, te sentirás mucho mejor.
Muchas personas buscan en el drama una especie de consuelo, puesto que al crearlos sentimos pena y compasión por nosotros mismos, lo que se traducirá en una excusa para no responsabilizarse de sus vidas, pero esta puede resultar una trampa de la que costará mucho salir.
Por último, no te olvides de quererte. Desde que nacemos nos enseñan muchas cosas, como andar, comer, o hablar, pero no a todos se nos enseña a querernos. Si has nacido en un hogar en el que te han enseñado a amarte has tenido mucha suerte, pero si piensas que no te quieres lo suficiente es hora de comenzar a cambiarlo. Para ello, lo primero que debes hacer es creerlo y decírtelo con convencimiento.
Tras ello haz un trabajo de autoprospección, que te ayude a percibir todas aquellas actitudes y acciones que denotan que no estás siendo lo suficientemente cuidadoso contigo mismo. Elabora una lista para darte cuenta de la de veces que cometes acciones en tu contra, tales como, hablarte mal, insultarte, aunque sea en broma, no escucharte, o castigarte, compararte con otras personas, ponerte etiquetas negativas, o estar más pendiente de los demás que de ti mismo. Todas estas prácticas, más cotidianas de lo que imaginas, son falta de amor, y lo que es peor ataques directos a tu autoestima, que pueden llegar a convertirse en un peligro, en el caso de verse repetidas en muchas ocasiones.
Parece que no tomar ninguna de estas actitudes hacia uno mismo es ciencia ficción, pero no está nada lejos de nuestras posibilidades, y sólo con que las evites en algunos momentos estarás haciendo muchísimo por ti mismo.
Empieza a cuidarte con pequeñas prácticas, que te sienten bien, tratando de ser más organizado, atendiendo tu cuerpo, prestando atención a lo que nos gusta y deteniéndonos en acciones que nos relajen, y cuida tu descanso, cuida tu ocio, y acepta quién eres y deja de juzgarte y, sobre todo, prémiate cada vez que consigas apartar un hábito que atente contra tu autoestima.
Empieza a amarte, a respetarte y a reconocerte, comenzando por apreciar lo extraordinario que es estar vivo, y convéncete a ti mismo de tu maravilloso yo, con tus faltas, tus aciertos, tus puntos fuertes y flacos y abre tu corazón y experimenta la reserva de amor que tienes a tu alrededor. Una vez que te quieras a ti mismo, querrás a los demás de una forma más auténtica y te convertirás en una persona más segura, sociable, optimista y confiada, que son inmejorables cualidades para adoptar en el año que comienza.