De inmorales y cobardes en la empresa.
Artículo de Opinión
Gonzalo Martínez de Miguel, Director General de INFOVA
En España se conceden más de cinco millones de bajas anuales de las que según algunos expertos más de un millón son dudosas. Para dimensionar adecuadamente estas cifras le recuerdo que según los datos de la Encuesta de Población Activa en España hay 15,7 millones de asalariados y 4.1 millones de personas paradas.
Doy por supuesto que la mayoría de los hombres y mujeres que trabajan en las empresas españolas son buenos profesionales. Aun así, es preocupante el número de trabajadores inmorales y de directivos cobardes que conviven con ellos.
Seguramente usted conozca a unos cuantos de los primeros. Son esos empleados que consiguen cobrar sin trabajar mediante el abuso de nuestra legislación laboral escrita para proteger a los trabajadores en situación de precariedad real. Son los listos listísimos de las empresas que lo mismo fingen una baja por depresión, un dolor indemostrable en las cervicales, ataques de ansiedad, insomnio por stress, etc
La jugada la completan estos “trabajadores” cuando, después de todos los meses o años que hayan podido cobrar sin trabajar, sientan a la empresa a negociar su salida en condiciones ventajosas para ellos si la empresa quiere perderlo de vista.
Estos listos listísimos piensan que los demás, la mayoría, los que trabajan ocho o diez horas diarias, son unos pardillos que no han visto la jugada. Están convencidos de que a ellos los parieron con un don especial para sobrevivir en cualquier circunstancia.
No tienen remordimientos por deteriorar el sistema y vivir del cuento, porque para eso inventó el ser humano las excusas. Si habla con alguno de ellos le explicará que la empresa le explotaba, o que su jefe era una mala persona, o que los compañeros le hacían el vacío, o que no le soportaban porque decía las cosas a la cara o cualquier otra razón que ha estado repitiéndose desde hace tiempo para justificar su despreciable conducta.
Tampoco les preocupa que su estrategia ponga en peligro la protección de quienes se encuentran en situación de baja real ni que las implicaciones económicas de estos fraudes para sus compañeros, para las empresas y para los fondos de la Seguridad Social sean enormes.
La realidad es que estos farsantes de la necesidad son trabajadores mediocres que incapaces de prosperar mediante el trabajo, deciden jugar otra partida.
Afortunadamente la legislación ha cambiado y la situación de baja laboral no es ya un refugio que impida que un trabajador sea despedido si hay razones para ello. Con nuestra legislación es extraordinariamente difícil despedir a un trabajador, si está además en situación de baja laboral la dificultad se multiplica. Aún así, veremos como el número de bajas laborales por motivos médicos se reduce por la sola razón de no convertir al trabajador en intocable.
En cualquier caso el problema no es legal, es un problema de ética personal. Otra cosa es que nos planteemos la necesidad de buscar la forma de que esta gente no viva del cuento hasta que no tengamos una ética de trabajo más asentada, por ejemplo creando sistemas legales para detectar y eliminar del sistema a quien abusa del mismo poniéndolo en peligro.
Entonces, aún afirmando que jueces, médicos y sindicatos son obviamente parte del problema, ¿qué hacer desde el punto de vista de la empresa?
Es verdad que con la legislación actual se puede conseguir el despido de estas personas. Para ello el jefe directo tiene que ponerse de acuerdo con el departamento de recursos humanos, documentar el comportamiento inadecuado del empleado, avisarle reiteradamente de que su comportamiento no es aceptable, demostrar el incumplimiento de los acuerdos, enfrentarse a los sindicatos y ver como su gestión queda bajo sospecha. Se arriesgará a ser acusado por el colaborador de acoso laboral por presionarle y sabe que lo más probable es terminar negociando con el trabajador su marcha en condiciones que ningún trabajador comprometido conseguiría. Vamos, todo un montón de energía, de horas y de malos ratos para terminar cediendo a la extorsión.
Lamentablemente hay mucho jefe cobarde. Directivos sistematizados que ante esta realidad primero consienten, miran para otro lado, reprochan en silencio sin hacer nada cuando pueden y luego son incapaces de resolver cuando el problema se complica. Directivos que confían en cambiar a tiempo de puesto y desentenderse así del problema. Por su parte, los equipos conscientes del abuso de este tipo de personas resienten a estos directivos por permitir la situación.
Esta cobardía directiva es parte del problema. La tarea fundamental de un líder es conformar el mejor equipo posible y crear las condiciones para que el equipo pueda alcanzar sus objetivos. No permitir el juego de los empleados inmorales es una parte ineludible de su trabajo. Resolver el problema sin perjudicar a quien realmente necesita la baja es una obligación moral.