De los jefes a los líderes

Art. Gonzalo Martínez de Miguel
Director de INFOVA

Así ha evolucionado la formación directiva en los últimos tiempos

Algunas empresas siempre han apostado por la formación directiva, como una manera de mejorar y crecer. Pero si echamos la vista atrás y comparamos con el panorama actual, el interés hacia la necesidad de formar a las escalas más altas de las organizaciones, en cuanto a la manera de gestionar equipos, a influir en otros, a resolver conflictos o a comunicarse de forma más efectiva, entre otros aspectos, se ha incrementado de manera muy notable en los últimos tiempos. Cuando nosotros comenzamos nuestra actividad, hace 20 años, aún había muchas empresas en las que apenas se impartía formación directiva. La formación estaba más dirigida a la fuerza de ventas. Los equipos comerciales, de las compañías eran los que se beneficiaban de ella y, en mucha menor medida, los mandos directivos.

El panorama de la formación directiva era muy desigual, algunas grandes empresas estaban creando sus universidades corporativas, para darle un sentido común a todo el desarrollo directivo, mientras que otras estaban empezando a plantearse qué hacer al respecto. En general, a un directivo se le consideraba más un jefe que un líder. En muy poco tiempo hemos pasado de requerir capataces a buscar líderes capaces de comprometer e inspirar a sus equipos.

El mayor estímulo a la formación directiva fueron partidas presupuestarias europeas destinadas a la formación para empresas, que se gestionaron a través de la Fundación para la Formación Continua, FORCEM. Las compañías se preguntaron qué hacer con ese dinero, cómo utilizarlo correctamente, para sacarle el máximo partido. Por ahí empezaron a invertir en educación para todos los cuadros de la empresa, también para los directivos. De esta manera, empezaron a descubrir que profesionales mejor formados son más efectivos, consiguen mejores objetivos y crean equipos más sólidos. A pesar de no poder medir directamente el cambio, la formación de los equipos directivos resultó ser muy rentable, tanto que hoy en día para muchas empresas este es un puntal estratégico.

De igual manera que ha crecido la apuesta por la formación directiva, el propio estilo de dirección ha evolucionado mucho en estos 20 años. Realmente hemos cambiado de siglo también en ese sentido. Por más que siga habiendo algunos mandos del siglo XX y del siglo XIX en sus formas de dirigir, la mayoría de los directivos que trabajan en España son profesionales con un sentido mucho más moderno del liderazgo, la gestión de equipos, los procesos como el feedback, la influencia lateral, la inteligencia relacional, lo esencial de gestionar tu tiempo haciendo espacio a la vida privada, etc.

Aún puedes encontrar algún directivo diciendo cosas como “se hace como yo digo porque soy tu jefe”, “no te pago por pensar”, “aquí se viene llorado de casa”, “tus problemas personales los cuelgas en el perchero a la entrada y los recoges a la salida”. La diferencia es que ahora son muy pocos y su entorno los mira como si fueran vestigios de un mundo que ya no existe, al menos en Occidente.

En esta evolución han tenido mucho peso las extraordinarias escuelas de negocios, que se han creado en España. En los últimos tiempos, muchos profesionales han cursado programas Máster en dirección de empresas y programas de perfeccionamiento directivo. Esto ha repercutido en una mejora significativa en la calidad media de nuestros mandos.

Desde el punto de vista metodológico, también han cambiado muchas cosas en estos años. Se ha impuesto la formación a través de la experiencia por encima de la lección magistral. La formación Outdoor, que hace 20 años era muy novedosa, hoy está completamente asumida y en algunas empresas incluso gastada.

Se ha innovado también en la relación entre los que reciben y los que imparten la formación. El estilo de estos últimos, se asemeja mucho más al coaching, en el sentido de que el objetivo es que el participante descubra más por si mismo las soluciones, que de darle las respuestas correctas.

Los estudios de las escuelas de psicología como la PNL, la Gestalt y la neurociencia, se han llevado rápidamente a la formación directiva. Y la revolución digital ha permitido hacer formación virtual, mucho más allá del e-learning, sacándole el máximo partido a las herramientas informáticas disponibles. De hecho, la formación para empresas ha evolucionado mucho más en este sentido que la formación universitaria, que está empezando a hacer algunos cambios significativos en estos momentos. De hecho ha habido una contaminación positiva de las metodologías de desarrollo y entrenamiento directivo a la formación universitaria.

Desde el punto de vista de contenidos, hoy ponemos con claridad el acento en el desarrollo personal de los cuadros directivos. Estamos convencidos de que personas más completas son mejores directivos, más equilibrados, más consistentes y dirigen mejor. Hace veinte años este concepto era más novedoso, hoy día cualquier director de Recursos Humanos estaría de acuerdo con esta afirmación.

Para el futuro, considero que la formación de directivos seguirá apostando por ejercitarse en la toma de decisiones, la asunción de riesgos, el análisis de alternativas, la capacidad para ordenar ideas, la perseverancia, la equidad, la integridad y la gestión del éxito y el fracaso. Pero con el reto de saber adaptarse a equipos más deslocalizados, diversos y con horarios más flexibles, a una tecnología que avanza cada vez más rápido, pero sobre todo a un entorno social más incierto. Quizás terminemos de dar el paso al autoaprendizaje de conocimientos y herramientas que se pueden aprender por uno mismo a través de videos, tutoriales y conferencias que ya existen en Internet. Otras capacidades seguirán requiriendo el contacto personal y el entrenamiento diseñado específicamente para cada caso.

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