Despertares económicos
Artículo de Opinión
Javier Fuentes Merino
Profesor de marketing de la UAM
Director General del Grupo Redes de Venta Proactiva
En un país económicamente convulso y quizá no sólo en materia política, estamos acostumbrados a escuchar guerras de predicciones sobre la inflación, el crecimiento del PIB, datos sobre la morosidad y sobre todo, el harto conocido dato del desempleo. Las agencias de calificación asustan a nuestro Gobierno y a otros con rebajas de calificaciones y vemos cómo los economistas se enfrentan (cada vez menos) por encontrar soluciones a los gravísimos problemas económicos que acucian a España. Llevamos casi tres años, habiendo pasado diversas fases de gravedad, sufriendo una crisis que no era y ahora sí es y que, dependiendo de quien lo diga, está próxima a terminar o no.
Con un escenario así y habiendo pasado del paraíso al purgatorio económico (por no nombrar, por precaución, un círculo infernal más profundo en términos dantescos), la población española se pregunta primero: ¿dónde estamos realmente? e, independientemente de la gravedad con la que cada uno vea esta crisis, el español medio también se pregunta: ¿cuál es la solución para volver a la senda del paraíso o al menos a la normalidad económica? Unos abogan, con sus posturas neoliberales, por otorgar aún más poder al laissez-faire, otros, piden extremar los controles estatales al máximo dejando que esa “mano” del libre mercado siga actuando y otros muchos, que parecen interesados en que la tormenta perfecta no termine, intentan hacernos creer que la solución pasa por no hacer nada, es decir, echarle la culpa al libre mercado y no dejar que ninguna de las dos tendencias anteriores triunfe. De estos últimos no sabemos si decir que son inconscientes o que realmente les interesa que continuemos en las mismas precarias condiciones económicas, que se verían agravadas por su inconsciencia del “no hacer”.
Todas las posturas económicas, son respetables, pero sí es cierto que la experiencia y las analogías con otros países de nuestro entorno nos muestran que la estrategia de no reformar es el mayor impedimento para que un país pueda volver a ritmos razonables de crecimiento, es decir, a una vida social tranquila y de progreso. Recordemos que dicho modelo de vida, está tan basado en la cultura como en el avance económico, como ya saben los griegos.
Desde esta tribuna no queda más que pedir una flexibilización de planteamientos, pero, por supuesto que esta flexibilización se haga por parte de todos los agentes. Ha pasado el tiempo de lamentos y ha llegado la era de actuar. Políticos, agentes sociales y también, sin duda, la sociedad “civil”. Ya es hora de salir del letargo.