Educar en el sentido de querer competir

Gonzalo Martínez de Miguel_Director de INFOVA

Las modernas teorías de educación no son muy partidarias de desarrollar el placer por competir, por jugar a ser el mejor, por intentar ganar al resto de los jugadores. Observo como en los colegios se implantan juegos donde todos puedan ganar, dónde se compite por ser cada vez mejor, por superar tus propios límites, pero no por ganar a los otros.

El problema con la competición es que diferencia entre ganadores y perdedores. Ahí está el quiz de la cuestión, no queremos que los niños, ni los adultos, se sientan perdedores. Escucho como en casa les decimos a mis hijos que “unas veces se gana y otra se aprende”. Que “si has jugado y competido bien no hay derrota, sea cual sea el resultado”. Mucha información con un mismo mensaje: “aunque no ganes, no te sientas perdedor”. Sin embargo, el miedo a perder encierra el peligro de renunciar a jugar, de no intentarlo.

Hace poco me decía una directiva, a la que no le habían salido las cosas como ella quería, que se sentía una “looser”. Me llamó la atención, además del adjetivo que utilizó, el hecho de que utilizara el inglés, que es lo que hacemos cuando la palabra que queremos usar nos parece excesivamente fuerte o cargada de connotaciones en nuestro propio idioma.

Yo comparto el gusto por competir. Entiendo el placer del juego cuando hay una competencia de por medio. Creo que la competencia también saca de nosotros nuestras mejores capacidades. La competencia es también un motor para dar nuestro ciento por ciento en la búsqueda del mejor resultado. Digo también porque, al menos teóricamente, tener un objetivo claro debería ser suficiente motor. Cuando jugamos muchas veces ganar, ser el mejor, sintetiza el objetivo.

Los buenos competidores tienen una buena relación con la victoria y también con la derrota. Les duele la derrota pero están acostumbrados a convivir con ella. Cualquier persona que compite con frecuencia pierde muchas de las partidas que juega. Repetimos, porque es cierto, que hay mucho aprendizaje en la derrota y que los errores son parte del camino.

Defiendo la colaboración inequívoca dentro de los equipos, lo que no es incompatible con una competencia sana, deportiva y honesta con los otros.

Como siempre hay buenos y malos competidores. A los buenos competidores nos les vale ganar de cualquier manera. Los buenos competidores quieren sentirse orgullosos de haber ganado. Quieren disfrutar la partida y luego celebrarla hayas ganado o hayas perdido. Las personas que disfrutan compitiendo, tienen un sentido muy deportivo del juego, entre otras cosas y por eso son buenos profesionales.

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