El libre, el feo y el malo

Artículo de Opinión

Javier Fuentes Merino
Director General de Grupo Redes de Venta Proactiva

En las décadas de los 60 y los 70 del siglo veinte, los spaghetti western fueron un subgénero de las películas western que estuvo muy de moda y uno de sus mayores exponentes fue “el bueno, el feo y el malo”, de Sergio Leone. En esta economía española de 2014 vivimos un episodio asimilable a este famoso western, mantenemos al feo y al malo y quizá debamos cambiar al bueno por el libre, ¿a qué me refiero?

El malo, según las tendencias sociales es el político, la sociedad completa clama en contra de la clase política exigiendo responsabilidades y criticando el desdén con el que los políticos de todos los signos y de todas las administraciones han gestionado España, antes de la crisis y durante ésta. Primero derrocharon lo que no estaba ni escrito en el guión, no supieron administrar los recursos, pensando que eran infinitos y que las “vacas gordas no terminarían jamás”. Esto, además, les hizo descuidados (¿cuántos políticos de todos los niveles, no sólo han sido malos gestores sino que están imputados e incluso condenados por corrupción?). ¡Vaya panorama! Exacto, un panorama terrible para los españoles y para los políticos, que siguiendo el simil del western se han pegado “un tiro en el pie” y les va a costar mucho esfuerzo su lavado de imagen particular, si es que lo consiguen.

Nuestra película de far west también tiene al feo, o más bien, tiene a los feos. Las empresas eléctricas, las grandes corporaciones multinacionales, el sector bancario. Unos son feos de verdad por su horrendo comportamiento (véase el caso de las cajas de ahorros, si te juntas con el malo, lo menos que puedes hacer es volverte feo…), otros son feos porque hacen cosas que no gustan al resto (los bancos con la dación en pago y los desahucios) y otros simplemente son vistos como feos porque su papel en el mercado es un papel ingrato y que en los tiempos que corren no está bien visto, no han hecho nada que objetivamente sea criticable pero si eres grande, te pareces a otros grandes que son feos y además pretendes ganar dinero y optimizar tus costes, los demás te ven como feo, cosas de ser empresa y mirar por el lícito propio beneficio (algunas empresas de telecomunicaciones serán ejemplo de ésto).

Y, ¿quién nos falta para completar el reparto de nuestro spaghetti western? El sustituto del bueno, porque buenos ya no hay, y éste es el libre. Ser libre, a priori, puede parecer que tiene muchas ventajas, pero es todo lo contrario, eres libre para perder, pero menos libre para ganar, eres libre para contratar caro, pero cautivo para despedir caro, eres libre para que te ayuden a emprender, pero cautivo del desarrollo en la soledad. Este grupo lo constituyen las pequeñas y medianas empresas. No tienen papel de feo o de malo, pero tampoco de buenos (socialmente no son top, en la calle no son admirados), sólo les queda ser libres, libres de jugarse su dinero, de hipotecar su casa para sacar su empresa adelante, libres de pagar a los dueños los últimos por la dignidad de que si no hay dinero todos los demás cobren antes. No suena bien ser este perfil en los tiempos que corren, no obstante, algunos libres son además feos o malos, pero la gran mayoría son sólo empresarios que quieren progresar, que quieren generar empleo y que sienten cada puesto de trabajo como una responsabilidad moral que deben intentar proteger.

Este perfil de empresa y de empresario es el sustento de nuestra economía y así seguirá siendo, así que quizá debamos dejar de centrarnos en atacar al feo y al malo, que ambos se dediquen a apoyar, cada uno desde su ámbito, al libre, y el libre, el pequeño empresario, tiene que desarrollarse en un entorno en el que los políticos, las grandes empresas y la sociedad en general no les tome por buenos, sino por el agente económico que es el forjado sobre el cual podemos construir una salida estable y diversificada de la recesión.

¿PODEMOS AYUDAR? ... →

© RdM