Es tiempo de ética. Siempre es tiempo de ética[1].
Artículo de opinión de François Pérez Ayrault; Director Comercial del Instituto de Formación Avanzada (INFOVA)
Los hechos recientes de Afinsa y Forum Filatélico no son sino el vértice del interés en adquirir máximos beneficios en el más corto plazo. Y todos somos parte del problema. De los clientes y empresas que estamos dispuestos, unos, a creernos cualquier cosa y otros, a hacerlas. El caso del Ayuntamiento de Marbella y los escándalos de urbanismo son comportamientos, tristemente habituales. La nacionalización de los hidrocarburos decretada por el gobierno Boliviano también deja entrever que detrás de esa decisión hay una duda razonable acerca del comportamiento de las empresas petroleras. No en vano, la ola de populismo, no es sino la expresión de una pérdida de confianza en el modelo occidental, del que las empresas y organizaciones son parte responsable.
Es tiempo de más voz a favor de un comportamiento ético. Seguimos ciegos frente al panorama que nos ofrece un buen comportamiento, unas buenas prácticas, un código de buen gobierno. Una percepción frívola de la vida acaba porque no nos importe el por qué o el para qué, sino el cuándo.
Ética es un conjunto de normas morales que regulan la conducta humana. En su relación con las organizaciones la ética trata de su responsabilidad acerca de la realización de sus actividades dentro de un marco legal y normativo; y hoy en día, se extiende la responsabilidad en las organizaciones a su dimensión social. Es decir, cuanto se escribe acerca de los valores como Dolan, de las misiones como Cardona o de la ética en las organizaciones como Guillén Parra, es porque es acuciante la necesidad de que empresas personas se alineen con esta visión ética, cada vez de mayor importancia, incluso estratégica. El propósito de un comportamiento basado en la ética es generar confianza y ésta se rompe en el instante en que se genera una duda por un comportamiento contrario a ella.
El culto a la riqueza distorsiona el comportamiento. La orientación a los resultados económicos, siendo una aspiración legítima; chirría en nuestra mente al confundirla con la codicia. No hay que cuestionar el derecho a ganar dinero, pero es necesario que sepamos por qué y para qué. Y qué estamos dispuestos a hacer. El dinero como único objetivo tiende a crear culturas hedonistas. El para qué lo quiero, y por qué lo quiero, nos da la oportunidad de centrar nuestra visión y nuestras metas. La ética como escenario determina un comportamiento honorable en aras a satisfacer nuestras necesidades de realización personal y profesional, amén de servir de referencia a terceros. Aquí, en la generación de actitudes y comportamientos éticos, sólo vale ser el primero, no esperar a que otro comience.
En una sociedad mediatizada por el influjo de las fortunas y el lujo, debemos parar y tomar aire. Necesitamos objetivos que nos den dirección, ética para actuar de forma responsable y voluntad para creer en nuestras capacidades. Hemos de creer que la ética es rentable a medio y largo plazo. Vamos, que es un buen negocio.
Empresas y organizaciones, directivos, mandos y bases operativas debemos hacer un esfuerzo ingente en asumir valores, misiones y comportamientos éticos generadores de confianza. La sociedad subsiguiente es el resultado y la respuesta a nuestro comportamiento. El modelo social y económico, hoy, debe dirigirse sin titubeos hacia la recuperación de la dignidad humana, hacia la dimensión más humanista de las empresas y las personas que la integran.
Es tiempo de ética. Siempre es tiempo de ética.
Escrito por François Pérez Ayrault, Director Comercial del Instituto de Formación Avanzada. ↑