La cultura del país y los negocios
Artículo de Opinión
Javier Fuentes Merino
Director General de Grupo Venta Proactiva
El ser humano es social y como ser social tiene una cultura, que se transmite y que afecta a todos los ámbitos de su vida. El ser humano como ser “económico” también tiene una cultura: valores, signos, procedimientos, lenguaje… que afecta a su manera de relacionarse en la empresa y en el mercado. Los procesos y la manera de enfocarlos son una representación gráfica y práctica muy evidente de cómo afecta la cultura a la forma de trabajar de una empresa.
Después de leer lo que viene a partir de ahora me dirán que no generalice, pero párense a pensar, sin la generalización no podríamos sobrevivir. Que paguen justos por pecadores o ser injustos y prejuiciosos no es generalizar. Distingamos. La vida es una experiencia de probabilidades donde las cosas que suceden fuera de la estadística son maravillosas, pero si no tuviéramos los grandes números claros y las tendencias bien aprendidas, no saldríamos ni a la calle por miedo a un huracán, ni montaríamos en un avión por miedo a que se estrellara. Nos desarrollamos en una cultura de lo altamente probable, por ello, no tomen lo siguiente como generalización sino como un entorno de probabilidades.
¿Mitos? Los alemanes trabajan mucho y son organizados. Mito si se aplica a unos pocos alemanes y perfecta apreciación si se aplica a la mayoría. Otro mito, los españoles somos desorganizados, quizá, pero es cierto que aplicado a la mayoría, trabajamos de forma más creativa y concreta con menos tiempo para la entrega de un trabajo que si nos dan mucho tiempo para hacerlo y no tenemos la presión de la “deadline”, así somos la mayoría (eso al menos dicen los alemanes de nosotros, envidian nuestra capacidad e improvisación). ¿Qué cultura del proceso es mejor? Depende, no hablamos de bueno ni malo sino de diferencias generales.
Si esto lo aplicamos a América Latina (ya que tanto se habla de que las empresas españolas deben internacionalizarse y operar allí), lo que queremos es lanzar un aviso a los navegantes que cruzan el Atlántico: ¡Dejen en casa el “self reference criterium”!
¡Olvídense de utilizar su propio criterio cultural para entender lo que se hace en América Latina! Compartir un idioma o unas raíces comunes es un comienzo, un avance, pero no piensen que por eso es más sencillo colaborar o trabajar en América Latina, a veces es al contrario. ¿Tenemos más en común los italianos y los españoles que los españoles y los mexicanos? Hoy en día sí, y quien no se dé cuenta de esto corre el riesgo de llegar a América y estrellarse. Una lengua común (ojo que no es tan común) y una raíz cultural derivada de hace más de cinco siglos puede que sean mucho más unificadoras e identitarias que la cercanía, el conocerse de milenios, compartir instituciones o usos y costumbres de mercado.
El proceso, la manera de enfocar los tiempos, la manera de enfrentarse a los problemas, las diferencias en las cosas que se ponderan como más importantes o menos importantes son fundamentales para hacer negocios, mucho más que hablar un idioma supuestamente comprensible por ambas partes y haber sido el mismo imperio siglos atrás. No se dejen confundir, no caigan en la euforia del “self reference criterium” o de realizar análisis parciales sobre la cultura porque la cultura es mucho más que un idioma y en los negocios no entender estos gap culturales llevan del éxito al fracaso, en menos de lo que se tarda en cruzar el Atlántico. Latinoamérica no es un toro que lidiar, es un camaleón, piensen como el camaleón para entenderlo, si creen, como les ha pasado a muchos, que por lidiar con toros saben negociar con camaleones, quizá aprendan perdiendo dinero que es la comprensión de la cultura la que hace negocios y no el negocio quien aúna las culturas.