LA DIGNIDAD ES FARO Y MOTOR DE UN LÍDER
Artículo de Opinión
Gonzalo Martínez de Miguel Director general de INFOVA
El liderazgo es una elección personal. El ejercicio del liderazgo se elige y la forma de ser líder también. Nadie puede imponer a otro la ética personal, la vocación de servicio, la integridad o la responsabilidad de ser ejemplo, que son la auténtica esencia del liderazgo.
Entre quienes dirigen, los buenos líderes han sido y son los menos. Cada vez que nos descuidamos dejamos dirigir a cualquiera que tenga convicción y energía para imponer su visión.
A lo largo de la Historia hemos encontrado tres tipos de líderes: El líder “Qué”, el líder “Cómo” y el líder “Total”.
El líder “Qué”, o líder finalista, está muy enfocado en alcanzar los objetivos a través de cualquier medio. Son líderes con pocos escrúpulos, egocéntricos y con un marco ético propio. Para este tipo de líder la trampa y el engaño son parte del juego, y la ética convencional es una debilidad más que una virtud.
El sociólogo Francis Fukuyama ya explicó que la confianza es el Capital Social de una sociedad y el requisito indispensable para su desarrollo. El líder finalista, tramposo y poco escrupuloso, termina destruyendo este capital.
En el lado opuesto encontramos al líder “Cómo”, o líder dignificador. Muy preocupado por la manera de alcanzar los objetivos, está dispuesto incluso a renunciar a su meta si no puede llegar a ella por un camino del que se pueda sentir orgulloso. Le repugna hacer trampas en el juego. Cree en la bondad del ser humano y es consciente de la responsabilidad que implica liderar a otros. Es fácil que este tipo de líder dignificador sea criticado por sus colaboradores, y por otros líderes más bravos, por paternalista, poco ambicioso, flojo y escrupuloso.
El siglo XXI está demandando un tercer tipo de liderazgo que denominamos “Total”, caracterizado por defender con la misma energía su empeño en llegar a los objetivos, junto con la forma digna de alcanzarlos. El líder Total es tan exitoso en sus objetivos como el líder “Qué”, pero trabaja de una forma más digna y busca un éxito sostenible en el tiempo.
En este sentido opina Vicente del Bosque que “el éxito sin honor es el mayor de los fracasos”.
La dignidad es faro y motor de un líder. En opinión del filósofo José Antonio Marina, la historia de la humanidad es una lucha por la dignidad. Se lidera para hacer un mundo más digno. Liderar para y desde la indignidad es una estupidez.
Afirmaba Tocqueville, en la primera mitad del siglo XIX, que “no es la inmoralidad de los grandes hombres lo que debería infundirnos temor, sino más bien el hecho de que sea esta la que, con tanta frecuencia, permita a los hombres alcanzar la grandeza”.