RESPUESTA:

Una de las más hondas preocupaciones de las empresas es el potencial de su capital humano y en particular la búsqueda de auténticos líderes. Cada día son más las organizaciones dispuestas a reforzar las habilidades directivas y a aplicar la flexibilidad en la gestión de los recursos humanos, dando mayor importancia a hacer más humano el trato hacia los colaboradores. Aquí es donde interviene el importante papel del nuevo líder.

El entorno actual demuestra que no basta con un alto CI, un MBA y años de experiencia en el extranjero. Sin negar el valor de éstos, lo que realmente se espera de los nuevos líderes es que destaquen en otros tipos de habilidades. Es decir, que cuenten con las competencias que se engloban en el concepto de inteligencia emocional.

Así, estamos hablando de personas conscientes de sus capacidades y limitaciones, sinceros consigo mismos y con los demás, con profundos valores y principios a los que son incapaces de traicionar.

Son personas capaces de controlar sus emociones, incluso de redirigir los sentimientos negativos de forma positiva, de manera que, ante un error en su equipo, analizan las posibles causas del fracaso, y analizan su propio papel en la situación con el fin de reconstruir la crisis de manera que, a partir de ella, se plantee un nuevo reto y suponga mayor implicación de su equipo. Son personas capaces de convivir con la ambigüedad y el cambio.

La motivación de estas personas no viene dada por valores externos como el dinero, sino fundamentalmente por su propio desarrollo y el de quienes trabajan a su lado, tratando de superar tanto sus propias expectativas como las de los demás. De esta forma, crean en torno a sí una cultura donde se confía más en los valores que en las normas.

Son facilitadores más que jefes y no emplean los miedos como motivadores, ya que creen que el rendimiento profesional de alta calidad sólo se consigue en libertad. Consideran a las personas como fines no como meros “recursos humanos”, disfrutan liberando energía creativa y, cuando lo logran, hacen que las propias personas se marquen estándares de rendimiento superiores a los objetivos previamente fijados. Crean espacios conversacionales para construir valores compartidos.

Otra importante característica que define a estos profesionales es que son personas que legitiman y practican la armonía temporal entre trabajo, familia y uno mismo.

Poseen creencias propias, no convencionales, sobre la naturaleza humana y el mundo del trabajo.

En definitiva, los nuevos líderes son personas valientes, con personalidad y raciocinio propios; con energía, visión futura y mentalidad abierta; capaces de transformar el entorno en función de los cambios teniendo en cuenta los valores, el respeto con uno mismo y con los demás; capaces de construir confianza, sensibilidad y libertad, dando sentido a su vida y a la de los demás.

José María Cobo
Socio-director de Strategic Company