“Reseteo emocional” para comenzar un nuevo año
Todos hacemos nuevos planes al comienzo del año, puesto que nos suele parecer un tiempo adecuado para hacer cambios en nuestra vida, que idealmente irán dirigidos a tener una mejor salud y a ser más felices, o a realizar actividades que nos aporten un beneficio. Por este motivo el mes de enero es idóneo para comenzar a cuidar y estar atentos a nuestras emociones, o lo que es lo mismo a aplicarnos “la medicina emocional”, pues contamos con ilusión y ganas, además del empuje y la motivación, que supone un nuevo comienzo.
Hay que aprovechar estas fechas para mejorar aspectos de nuestra vida que creemos que lo necesitan, o en los que llevamos tiempo pensando sin encontrar el momento de dar el pistoletazo de salida. Pero para conseguirlo, el primer paso es saber qué queremos conseguir.
Para ello es necesario que nos realicemos las importantísimas “preguntas interiores”, pues esto nos ayudará a analizar nuestra situación y elegir el rumbo deseado. Saber ¿Qué quiero para mi vida?, ¿Qué es lo que de verdad me gusta?, ¿Qué me sienta bien?, ¿Qué es lo que me conviene?, ¿Qué cosas quiero que estén en mi vida y cuáles quiero soltar?… Tras estas, llegarán otras similares, por lo que según explica la doctora Marisa Navarro, “debes tomar tu tiempo en contestarlas, meditarlas, sin prisas ni agobios. No importa que no encuentres la respuesta en ese momento. No tendría sentido focalizar tus esfuerzos hacia algo que no está bien pensado y que seguramente a los pocos días acabarías por abandonar”. Y es que lo importante, es que una vez las encontremos, estemos seguros de lo que queremos, puesto que ellas y sus soluciones nos van a servir como pistas de hacía donde tenemos que dirigirnos en nuestra vida.
Tras saber lo que queremos conseguir, el siguiente paso es decidirnos a conseguirlo, para ello te recomienda lo siguiente:
Márcate objetivos sencillos. Que sean fáciles de alcanzar y que puedan conseguirse con motivación y un razonable esfuerzo. Por ejemplo, si has pensado comer sano, no debes desechar totalmente de tu vida la comida que acostumbrabas tomar y dedicarte exclusivamente, por ejemplo, a la lechuga y cosas similares, porque ese cambio durará probablemente muy poco. Podrías, por ejemplo, introducir simplemente una ensalada de primer plato en las comidas, y mantenerlo en el tiempo hasta que se convierta en una costumbre, y consigas que poco a poco, pequeños cambios den lugar a grandes transformaciones. Olvida los objetivos durísimos o inalcanzables, que harán que te agotes en el camino y lo dejes. Esto es peligroso, porque además te invadirá la sensación horrible para tu autoestima de no ser capaz de hacer lo que te propones, lo que puede llegar incluso a provocar que no intentes otras muchas cosas, por miedo al fracaso.
Repite. Una vez centrados en el objetivo y decidido cómo va a conseguirse, la clave está en la “repetición”. Este es sin duda el momento mas complicado, porque requiere mayor esfuerzo, constancia y disciplina, para hacer de nuestro propósito de primeros de año un hábito, una costumbre. Para ello conviene utilizar la técnica de la medicina emocional “acción /repetición /costumbre”. Hacer todos los días lo mismo puede resultar cansado, pero lo importante es darse cuenta que día tras día, se aprende o se consigue algo nuevo. Para ver cómo esa repetición va surtiendo su efecto, no analices tus resultados diariamente, porque pueden no ser lo que esperabas y que te invadan las ganas de abandonar. Con algo de distancia, tendrás una mejor perspectiva de dónde estás ahora y dónde estabas situado en el principio. Y lo mas importante, conseguirás sin darte cuenta cambiar tu rutina y eliminar viejos hábitos que tenías instalados de forma automática, y que realizabas sin apenas darte cuenta, y que no aportaban ningún beneficio a tu salud, ni a tu vida.
Siempre atenta a las emociones. Las emociones son nuestra guía para conseguir llegar y disfrutar del camino. Es más fácil comenzar a aprender un idioma, sin que nos invadan sentimientos tales como la frustración y el desánimo, porque como todo en la vida las cosas no se consiguen, ni se aprenden de un día para otro. Tienes que estar alerta, porque los sentimientos negativos van a hacer acto de presencia, y no debes dejarte llevar por ellos, hasta el punto de abandonar nuestra meta. Cuando aparezcan, recuerda las respuestas a tus “preguntas interiores”. Y sabiendo que si estás sintiendo de forma negativa, es porque previamente ha habido unos pensamientos que lo han provocado.
Programarte en positivo y a disfrutar. De esta manera serás consciente que hace algún tiempo estabas sin hacer nada y ahora estás en funcionamiento, para conseguir lo que te has propuesto. Poco a poco llegará el resto. Una vez te has iniciado en conseguir esa meta, será el momento de introducir nuevos retos, de dar nuevos pasos. Piensa en que puedes hacer lo que te propones, y planifica todos los pasos que tienes que dar para pasar a la acción, sin ponerte piedras, ni obstáculos en el camino. Siguiendo con el ejemplo de comer más sano, empieza por convencerte y decirte mentalmente, los beneficios que esto va a suponer para tu salud, y que volverás a ponerte la ropa que te gusta, o que vas a verte mejor.
Trata de involucrar o dejarte aconsejar por personas que te motiven. Personas que te animen a llegar a tu meta, contar con el apoyo de otros y sentir su confianza es fundamental, pero no olvides que esto es sólo una ayuda, puesto que el cambio y las ganas de hacer bien las cosas, tienen que iniciarse en ti. Así mismo, aléjate de los que te dicen que no lo conseguirás o que dudan de tu fuerza de voluntad, que por desgracia siempre aparecen, y no te dejes llevar por opiniones negativas, y cuando aparezcan las dudas, recuerda y visualiza, lo que quieres para tu vida, lo que te gusta, lo que te sienta bien, lo que te conviene y lo que te da paz.
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