Se egoísta, los que te quieren te lo agradecerán

ARTICULO Dra. Marisa Navarro
Doctora en Medicina, psicoterapeuta y autora del libro “El efecto tarta”.

Preocuparnos por los demás, es algo natural y está muy bien que lo hagamos. El problema es cuando esa costumbre, llega a tal extremo que nos abandonamos a nosotros mismos. En mis años de experiencia como psicoperateuta, he recibido a muchas personas en mi consulta que decían estar frustradas y con mucha ansiedad, a causa de no sentirse correspondidas del trato que ellas daban a los demás.

Estos sentimientos son más comunes de lo que pensamos y es que frecuentemente nos olvidamos de que somos el ser más importante de nuestra vida, y a la hora de repartir, de cuidar o de preocuparse por intereses y necesidades, anteponemos a las personas de nuestro entorno, antes que a nosotros mismos. Nos empeñamos en buscar la felicidad de los otros, y nos enfocamos sólo en esta dirección, tratando siempre de agradar a los demás, sin darnos cuenta que hay que quererse y cuidarse mucho, para poder dar lo mejor de nosotros. Esto es “El efecto tarta”, y con ello quiero expresarte la importancia de tomarse el primer trozo de tarta y después repartir.

No pretendo trasmitirte que te conviertas en un maleducado/a y que no pienses en los otros, sino que te des cuenta que lo que no te des, no te lo va a dar nadie. Y aunque otros quieran dártelo, si tú no te lo has dado antes, no te va a llegar y no lo vas a poder sentir en su plenitud. Para que te des cuenta, un ejemplo: ¿cuántas veces hay personas que se sienten tristes, y solas a pesar de que tienen gente que les adora a su alrededor? El problema de estas, es que normalmente no se cuidan a sí mismas, no se quieren, no se dan lo que necesitan, y por ello, no son capaces de ser felices, ni tampoco sentir el amor de los que les rodean. Por otro lado, no podemos ofrecer aquello que no tenemos, por lo que no podremos dar alegría, si no la tenemos, y no podremos hacer a otros felices si no lo somos antes.

En vez de tener clara esta idea, aceptamos que debemos estar siempre dándonos a los demás, nunca decir que no, y que tener actitudes sumisas y abnegadas es de personas buenas. Así solemos dejar nuestras necesidades para lo último, y claro acabamos sintiéndonos mal, e incluso a veces como si fuéramos invisibles para el resto del mundo.

Te propongo que cambies tu forma de pensar, para que lo hagas de manera apropiada y así aprendas a sentirte mejor. Para ello debes comenzar haciéndote estas preguntas, ¿qué es lo que quiero?, ¿qué me conviene?, ¿qué me sienta bien?, y otras similares, y escucha las respuestas. Ahora analiza tu comportamiento, si en esa entrega a los demás eres feliz, y si estás contento y lleno de energía, estupendo, porque hay personas que encuentran en ello su sentido de la vida.

Pero si sientes ansiedad, consideras que no tienes tiempo para ti, y que te gustaría hacer cosas que no haces, pero tu preocupación por los demás te lo impide, y te encuentras frustrado o nervioso y ves cada día como una prueba a pasar, es el momento de empezar a actuar de otra manera.

Para ello has de comenzar guardando un tiempo diario para ti. El día tiene 24 horas y es lógico que entre todas ellas tengamos un rato para nosotros. Por otro lado, debes aprender a comunicar a los demás cuáles son tus necesidades, para que ellos también sean conscientes de que necesitas “comerte tu trozo de tarta”. Y es que muchas veces nos acostumbramos a poner primero las necesidades y decisiones de otros para querer agradarles, tener su aprecio y su cariño, a costa de siempre aprobar sus decisiones o seguir el camino que ellos quieren. Con este comportamiento les damos la idea de que con hacer siempre todo por otros, ya estamos suficientemente “pagados”, pero al contrario el precio que se paga, actuando siempre de esta forma, es muy alto, pues las personas que dan y dan sin parar, terminan abandonándose a sí mismas y encontrándose mal.

Por este motivo siempre tendríamos que decir lo que queremos o lo que nos apetece, aunque al final, por las circunstancias que sean, aceptemos las propuestas de otros. Pero sin olvidarnos de ser rebeldes, cuando la situación lo requiera, de romper con las imposiciones que nos limitan, y soltando todo aquello que pensemos que nos lastra para poder avanzar.

La forma en que nos referimos a nosotros mismos, también es muy importante a la hora de cuidarnos. Debemos hablarnos como nos gustarían que nos hablaran, con respeto y con amor y repetirnos frases como «merezco ser feliz», porque todos lo merecemos. Escúchate siempre, pues en esa voz interior está el secreto de nuestra felicidad. Levántate cada mañana pensando en que debes comerte tu trozo de tarta, pregúntate si lo has hecho cuando te encuentres mal, pues es posible que se te haya olvidado tomarlo, y cuando hagas algo que te esté haciendo sentir bien, di “me estoy comiendo mi trozo de tarta”.

Recuerda que según te trates, te van a tratar los demás y según te consideres, te van a considerar, pues tú eres un espejo donde se refleja cómo tú te ves, y así también te van a ver los otros. Por último, para terminar de convencerte de que comiences a practicar el egoísmo positivo, recuerda que educamos con el ejemplo y analiza tu comportamiento como si lo estuvieran haciendo otros. De esta manera, piensa que a los más pequeños de tu casa, no querrías trasmitirles que hacer siempre lo que otros decidan es la forma en que hay que vivir y tampoco te gustaría que tu familia, tus amigos, a los que tanto quieres, actuasen siempre dándose a otros y abandonándose a sí mismos, al contrario te encantaría ver como ellos son capaces de cuidarse y cubrir sus propias necesidades.

Así que empieza hoy mismo con «El efecto tarta».

Página web: www.marisanavarro.com

 

 

¿PODEMOS AYUDAR? ... →

© RdM