Una dimisión por valores
Escrito por François Pérez Ayrault; Director Comercial del Instituto de Formación Avanzada (INFOVA)
La introducción del libro La dirección por valores de Salvador García y Simon Dolan arranca con una hermosa cita de Antoine de Saint Exupery:
“Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo, sino que primero has de evocar en los hombres el anhelo de mar libre y ancho”.
Si algo no cabe discutir en la dimisión de Florentino Pérez como presidente del Real Madrid, es que es, como señala él mismo: un ejercicio de responsabilidad y coherencia. Algo muy deseable; no en particular la dimisión, sino el acto de coherencia. Ya me gustaría que la clase política, con independencia del signo, siguiera este ejemplo, vivificante, de higiene moral.
Sin duda, Florentino está entrenado en principios y valores y es un hombre que aprende. Por eso dimite. Habrá quien lea esto y pretenda menoscabar lo sucedido refiriendo comportamientos dudosos, contubernios o políticas falaces. Pero los hechos son contundentes, y la referencia que queda meridianamente clara es la dimisión como un acto de normalidad institucional; es decir, que no pasa nada, que es responsable en la medida en que el club necesita de un revulsivo. Y que es coherente, porque toma una decisión en la que los beneficiados son el Club y los socios.
En la situación actual del Real Madrid hay cuota de responsabilidad para todos, y a esa cuota no son ajenos los jugadores; maleducados por Florentino como él mismo refiere. El espíritu de equipo, inexistente y no normal como cuenta Sergio Ramos, es un grave problema en un club de la enjundia del Real Madrid, probablemente porque no se ha entrenado ni enseñado. Dice Aristóteles que el carácter se aprende, igual que se aprende un oficio. Y una parte importante del carácter trata sobre el entrenamiento en actitudes y el aprendizaje de principios y valores. La parcela de las actitudes habitualmente está desarrollada con más intuición y populismo que con ciencia y criterio; la de los principios y valores, como al soldado, se les supone, y por tanto ni siquiera es tenida en cuenta.
Los jugadores de fútbol de primera división, no sólo han de lidiar con su normal desempeño, proporcionalmente exigente a su ficha; también han de gestionar la fama, la presión mediática, el contraste entre un estatus económico y social medio o bajo con uno notablemente superior (y en ocasiones estratosférico), y al incesante revoloteo de “amigos” y “consejeros”, muchos de ellos de dudosas intenciones. Nada de esto es fácil, y sólo una cultura de principios y valores, aprendidos, entrenados e incorporados en su acción personal y profesional pueden apoyarles a forjar caracteres íntegros y una visión orientada al éxito.
Florentino ya ha hecho lo más difícil: evocar en los socios e hinchas del Real Madrid el anhelo de mar libre y ancho, hasta Asia nada menos. Él es un hombre de negocios capaz de llevar al Club a una situación económica y social como no se ha conocido nunca. La proyección nacional e internacional del club es un hecho hoy, como lo fue en tiempos de Bernabeu, así como lo son su buena salud financiera, garantizada con una brillante estrategia de marketing, y el futuro económico de la ciudad deportiva de Valdebebas.
Resulta interesante observar estas situaciones, de tanto impacto mediático, y reflexionar acerca de los principios y valores como guía de comportamiento, tanto cuando son el camino, como cuando se transgreden o no se tienen en cuenta. Lo cierto es que las organizaciones de éxito en el siglo XXI van a destinar una buena porción de su visión estratégica a la implantación de una cultura de principios y valores. Y lo harán (ya hay buenos ejemplos de ello), porque están persuadidas de que las personas llegan a desarrollar todo su potencial cuando creen firme e incondicionalmente en lo que hacen. Cada vez más, las organizaciones entienden que el cambio estratégico pasa por el enfoque en el desarrollo de las personas, fomentando valores como la responsabilidad, la confianza, el compromiso, la coherencia o la integridad, y dejando de lado un modelo, cada vez más arcaico, basado en el control. De esta forma, las personas encuentran sentido a su desempeño, y éste se alinea y se hace coherente con su propósito de desarrollo personal y profesional. Nada de esto tendría sentido si los propios directivos, como el caso que nos ocupa, no fueran referentes con su ejemplo.
En este fin de semana y lunes de zozobra futbolística, quedémonos con el ejemplo positivo de Florentino Fernández, con el ejercicio de tolerancia cero de Etoo hacia el racismo (porque es racismo y no otra cosa); y enfrentemos la laxitud moral y la tibieza de la federación y, así como el comportamiento infame de aquel sector del público que, ignorante de su ignorancia, arremete contra los valores y olvida que van al fútbol a disfrutar.
Escrito por François Pérez Ayrault; Director Comercial del Instituto de Formación Avanzada (INFOVA)
INFOVA, Instituto de Formación Avanzada, es una empresa especializada en la formación de profesionales, que aplica su metodología en tres áreas distintas, pero a su vez complementarias: Formación en Sala, Formación a través de la Experiencia (Outdoor Training) y Formación On-Line (E-learning). Su objetivo es ahondar en las causas que inspiran los comportamientos y así poder realizar cambios reales, proporcionando de esta forma herramientas capaces de fomentar y potenciar el desarrollo profesional de directivos, redes de ventas y equipos de trabajo. Recientemente ha inaugurado el nuevo Centro de Desarrollo Directivo en donde se integra bajo una misma metodología diferentes formatos (presencial y on-line) con el propósito de cambiar en empresas y profesionales.
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