Viviendo el siglo XXI: nomofobia o el uso de las tecnologías
Articulo de Opinión
Miguel Carrasco, Director General de Least Cost Routing LCR
Los smartphones se utilizan cada vez más en la vida cotidiana: la penetración actual de los “teléfonos inteligentes” en nuestro país ha llegado a un 82%. El móvil se ha convertido en la herramienta de comunicación preferida, ya que todos lo consideremos una parte importante de nuestra vida, al ser un dispositivo de comunicación a distancia y, además, un aparato de funciones múltiples. Es una cámara de fotos, un agenda, un reloj, una radio, un reproductor MP3, entre otras funciones y, principalmente, permite estar en contacto con el mundo. Por ejemplo, acceder a las cuentas de Facebook o Twitter diariamente a través de los dispositivos móviles, para estar siempre al día de las redes sociales y recibir notificaciones. Ya no es algo de “jóvenes”, sino que interesa a casi todos los segmentos de edad. Se trata de una nueva adicción que afecta tanto a hombres, como a mujeres, en el momento en que se sintieran “atados” a su móvil: en el metro, mirando una película, comiendo en la mesa o, incluso, conduciendo.
Los problemas de adicción relacionados con las nuevas tecnologías, especialmente con los smartphones, que junto con las redes sociales han cambiado nuestra comunicación, aportando numerosas ventajas, también han modificando la conducta de los usuarios de Internet y sus hábitos. Pero existe un riesgo que no podemos dejar escapar: la adición al móvil puede conllevar a padecer nomofobia. Un término inglés que representa la abreviatura de la expresión “no-mobile-phone phobia” e indica el miedo irracional a salir de casa sin teléfono. La palabra fue creada en 2011 después de un estudio inglés que determinó que algunas personas sufren de estrés, pánico, sudoración y ansiedad cuando no pueden utilizar sus dispositivos. La separación del teléfono entonces puede causar angustia, principalmente a mujeres y jóvenes. Si se considera que los menores españoles se inician en el uso de estos dispositivos a la temprana edad de diez años y que entre los adolescentes un 89.2% tiene móvil, esta dependencia del siglo XXI, si se la puede llamar así, por lo que merece una reflexión.
En España, más que en otros países, tales como China o Francia, el 96% de la población tiene un móvil. De ellos, una tercera parte usa su teléfono para navegar on line y millones de personas disponen de WhatsApp. La penetración de Internet móvil entre los usuarios españoles ha alcanzado el 84% en 2013, registrando un aumento del 8% respecto a 2012. El alto porcentaje de smartphones en España nos ha convertido en el líder europeo en este sentido.
Asimismo, los usuarios dedican muchas horas diarias a consumir todo tipo de contenidos online y lo hacen en todos los sitios y en cualquier dispositivo: smartphones, tabletas etc… Cada vez se utilizan más las plataformas de pago mediante móvil. En 2013 uno de cada diez españoles utilizó su móvil para realizar algún tipo de transacción comercial. El mundo se ha convertido en social y móvil, por tanto las operadoras deben alinear sus estrategias con un entorno conectado. En el futuro, prevemos que se multiplicarán los servicios móviles, con la aparición de nuevas aplicaciones, principalmente de mensajería multiplataforma, tales como Whatsapp. De estos cambios de tendencia son partícipes las grandes compañías como Facebook, que tiene como caballo de batalla hacerse con el control de los dispositivos móviles, como demuestra su reciente adquisición de Whatsapp. Facebook se ideó en un PC, ahora toca adaptarse al móvil, y en eso están. Así que la red social más grande del mundo gana el control de una importante porción de la
mensajería en dispositivos móviles y de una de las aplicaciones con mayor éxito en la galaxia móvil. Un servicio que es parte fundamental de la forma en que nos comunicamos en la actualidad.
Es curioso preguntarse si los nuevos hábitos nos convierten en adictos o si simplemente es la nueva manera de relacionarlos con el entorno y con las cosas cotidianas. Puede ser que este uso intensivo de aplicaciones y dispositivos móviles llegue a cansarnos y a generarnos rechazo a la larga. En todo caso, el cambio ha llegado, y parece ya imposible vivir al margen de las nuevas tecnologías tanto en la vida cotidiana, como en el trabajo.